
Ahora la preocupación expresada por las organizaciones internacionales de derechos humanos es que la última y definitiva batalla en un área tan pequeña y tan llena de personas, ya que se calculan ser 50.000 las personas en esa zona, se transforme en una masacre también de civiles bajo el asalto militar. Las partes siguen acusándose mutuamente de utilizar a los civiles como escudos humanos, y tratan de alguna manera justificar el elevado número de víctimas que los enfrentamientos están causando entre los civiles. Hoy un sitio internet muy cercano a la rebelión y a la minoría tamil publicó las fotos de numerosos civiles quienes fallecieron, el lunes pasado, en un campamento de toldos hizo blanco por un bombardeo del ejército en el que se habrían utilizado bombas en racimo. Las fotos, muy macabras, de las víctimas parecen confirmar el uso de esas armas espantosas. Ayer venció el ultimátum para la rendición de los rebeldes, que no fue escuchado, sino que se prosiguió a luchar sin parar. La ONU pidió reiteradamente al gobierno que garantice el acceso de la ayuda humanitaria destinada a los civiles, quienes hace meses están aislados en las zonas de conflicto, pero sin obtener los resultados esperados. Según las estimaciones acogidas por las Naciones Unidas a finales de enero, cuando empezó un pesado ataque en la región de Vanni, enclave de los rebeldes, murieron 4.500 civiles y otros miles quedaron heridos. Los membro de la diáspora tamil durante estos meses llevaron adelante manifestaciones de protesta, y llegaron al casi ayuno y a la auto-quemación con el fuego, en el Tamil Nadu (estado indio de antiguo origen de los tamiles de Sri Lanka) mientras que en las ciudades occidentales como Ottawa, París, Londres, y Ginebra pidieron que la situación en el norte de la isla asiática fuera puesta a la orden del día en la agenda del Consejo de Seguridad por razones humanitarias, como recientemente ocurrió con la Franje de Gaza, pero no fueron escuchados por el palacio de vidrio. La rebelión armada, que maduró en los años ’70 debido a las discriminaciones contra la minoría tamil y la religión hindú en el país, habitado sobre todo por ceilaneses de religión budista empezó en el 1983 y reivindica la creación de un territorio independiente o con amplia autonomía en los territorios del norte y en el este, donde viven sobre todo personas de etnia tamil. Los LTTE no tuvieron ningunas dudas en utilizar todos los medios, incluyendo ataques suicidas contra civiles, para alcanzar su objetivo.