Misna. “Cuando el dinero se diviniza, las relaciones humanas se reducen casi siempre a relaciones de mercado. La propensión a consumir......cada vez más lleva al final al agotamiento de los recursos del planeta y aumenta las desigualdades. Y cuando las finanzas son un fin en sí mismos, generan perturbaciones difíciles de controlar”. Lo dijo el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, al inaugurar ayer en Roma las sesiones del IV encuentro de representantes de las religiones de todo el mundo, en relación con la próxima cumbre del G8, prevista para comienzos de julio en L’Aquila, Italia. El cardenal dirigió a los jefes de estado y de gobierno que se reunirán el próximo mes una invitación a hacer un “examen de conciencia” y a reflexionar “sobre lo que hemos construido y a reconocer con lucidez nuestras debilidades”. Destacó que la de los líderes religiosos “no es una voluntad de sugerir a los responsables políticos las soluciones técnicas sobre temas complejos como el agua, la seguridad alimentaria, la salud, la educación, la paz y la seguridad que serán parte de la agenda del G8”, sino el intento de “ofrecer una reflexión original para los desafíos del mundo de hoy”. Un mundo –prosiguió el purpurado, según informó la agencia SIR de la Conferencia Episcopal Italiana– que nos parece constantemente amenazado por la violación de algunos derechos fundamentales de la persona humana, por el desequilibrio entre ricos y pobres, las enfermedades, los conflictos no resueltos, el comercio de las armas, la corrupción de las elites”, y al cual los líderes religiosos “tienen algo que proponer”. Luego llamó a optar por “un nuevo estilo de vida” que respete la naturaleza y sus recursos, pensando en las generaciones futuras, y a aprender a ser más solidarios poniendo la economía al servicio de la persona. El cardenal destacó que juntos, cristianos y fieles de otras religiones, deben ayudar “a quienes tienen la pesada responsabilidad de gobernar la sociedad, a discernir el grado de humanidad de sus decisiones”. Ayer, antes de iniciar las sesiones y antes de una visita al Quirinale (el palacio presidencial de Roma, ndr.) durante la cual fueron recibidos por el presidente de la República Italiana Giorgio Napolitano, los participantes del encuentro habían ido a L’Aquila (donde se realizará el próximo G8) para visitar los lugares afectados por el terremoto de abril. Allí fue descubierta una lápida en recuerdo de los que perdieron sus vidas y en homenaje al pueblo de la región del Abruzzo. “Lo que sucede en una parte del mundo es como si sucediera en todo el mundo”, dijo Su Santidad Abune Paulos, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Etiopía, hablando en nombre de los líderes religiosos. “En otras partes del mundo hay personas que son olvidadas y nadie hace nada por ellos. Tanta gente vive en la pobreza y en la persecución o vive la realidad de la guerra”, agregó el patriarca. Los líderes religiosos “están aquí para enviar un mensaje fuerte a los políticos del mundo –observó– con los cuales podemos colaborar para mantener la belleza de esta tierra”.
