Misna. "Pedimos a la magistratura y a la policía que unan sus esfuerzos para investigar lo sucedido, no porque la víctima sea un sacerdote, sino porque la gente no puede seguir muriendo y estos crímenes no pueden seguir quedando sin castigo”.Lo dijo el padre José Manuel Santiago durante los funerales del padre Lorenzo Rosebaugh, un Misionero Oblato de María Inmaculada que durante la última década era párroco de la comunidad de Ixcán, y que fue asesinado el lunes pasado por hombres armados no identificados. Aquel día, cinco misioneros viajaban en automóvil por una carretera rural, entre Chisec e Ixcán, 500 kilómetros al norte de la capital de Guatemala. El grupo fue detenido por dos hombres armados que llevaban los rostros cubiertos. Les obligaron a descender del vehículo y el padre Lorenzo Rosebaugh (estadounidense, de 74 años de edad) fue asesinado inmediatamente, mientras el padre Jean Claude Nowama, nativo de la República Democrática del Congo fue herido en un brazo. Los otros tres misioneros resultaron ilesos. Se trata de los estadounidenses Ruben Elizondo y Erado Capustra, y el canadiense Rodrigo Macaous. El padre Nowama fue hospitalizado en la ciudad de Cobán. Según la reconstrucción hecha por la policía, el crimen es fruto de un asalto, del que los malvivientes se llevaron 1000 quetzales (el equivalente de unos 100 euros), un celular y algunos ornamentos litúrgicos. Al llamado del padre Santiago se sumó también el de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), que fue la diócesis de monseñor Juan José Gerardi, asesinado en 1998: “Exigimos una investigación y que se aclare pronto este nuevo acto de violencia contra la Iglesia”. El padre Rosebaugh había trabajado largo tiempo junto a los más pobres en las regiones septentrionales de Quiché y de Alta Verapaz, dos de las zonas más afectadas por la guerra civil (1960-1996). “De buen humor, era cercano a la gente. En los años que precedieron al acuerdo de paz visitaba a pie las comunidades devastadas por la violencia represiva del conflicto”, dijeron sus cohermanos en Guatemala. “Su muerte –agregaron– es parte de la violencia que cada día se vive en este país”, el más densamente poblado de América Central. Guatemala tiene casi 14 millones de habitantes, la mitad de ellos viven por debajo del umbral de la pobreza, y el país tiene el número de homicidios más alto de la región (más de 5.000 al año, cifra que supera al número de víctimas de la guerra civil). El padre Rosebaugh “se destacaba por su opción radical por los pobres. Era un misionero muy especial, tanto por su sinceridad como por su estilo de vida, pobre entre los pobres”. Desde Brasil, su cohermano el padre Eduardo Figueroa recuerda que “el padre Lorenzo integró la fundación de los Oblatos de Recife. Durante la dictadura militar, en la época de monseñor Helder Camara, vivía en la calle con los mendigos. Fue uno de los primeros sacerdotes en hacer esta opción en la arquidiócesis. Su vida –concluyó el padre Eduardo– nos llama a una real conversión al mundo de los más marginados”. El padre Lorenzo ayudó también a exponer los abusos de la dictadura militar brasileña en la década de los años setenta. En 1977 había entregado personalmente una carta a Rosalynn Carter, la esposa del presidente estadounidense Jimmy Carter, una cata en la que narraba los abusos que sufrió por mano de las fuerzas de seguridad brasileñas. De ese modo ayudó a despertar la atención del mundo hacia los abusos de la dictadura brasileña.
