¡Jesús ha resucitado! Trajo palabras de Vida, de Felicidad, se acercó a los más pequeños y olvidados… y se lo cargaron.
Porque fue coherente hasta el final, porque la dinámica del Amor chocaba y sigue chocando con la dinámica de este mundo. Murió por nosotros, para enseñarnos que si el centro de la Vida es el Amor, todo puede ser diferente. ¡Pero resucitó!
Bien, pensemos ahora en esto de la Resurrección, vamos a darle una vuelta… Resucitó un hombre llamado Jesús, hecho de átomos, que comió frutos crecidos de la tierra gracias a la fotosíntesis, que tomó leche de las cabras, que trabajó la madera de los árboles, que bebió agua de lluvia evaporada por el sol… El punto es que ¡la Creación no es ajena a Dios! Cuando hablamos de Jesús y de la Resurrección, hablamos de algo tan real como los lirios del campo, el sistema solar o la poesía del siglo de oro. La Creación, de hecho, es el puente que tenemos hacia Dios. Nosotros vivimos en la Creación, es más, somos parte de ella, y el mundo que nos rodea es el lugar donde nos encontramos con Él. Dios no se hizo presente entre nosotros de una forma abstracta, Dios se hizo hombre, de carne y hueso, de células, con enfermedades, con sentimientos,…
Entonces, ¿cómo no respetar la Creación? ¿Cómo no cuidarla? ¿Cómo no amarla? Lo que pisamos es Tierra Sagrada… Y siendo así, temas como el reciclaje, el buen uso de los recursos naturales, la crisis energética, etc, no son ajenos a Dios. ¡Están enraizados en la propia fe! Rezar a Dios y reciclar papel son cosas que van de la mano.
No dudamos en mistificar las relaciones humanas, damos por hecho que las personas y las relaciones entre ellas son algo de Dios. De acuerdo. Pero nos olvidamos de mistificar nuestro entorno, las cosas, como si Jesús de Nazaret no se hubiera hecho un hombre de carne y hueso. Estamos hechos de polvo de estrellas, y Jesús, al que mataron y resucitó, también estaba hecho de polvo de estrellas.
Amar y cuidar la Creación es amar y cuidar a Dios, al Dios que se hizo hombre y formó parte de ella por amor a cada uno de nosotros. El amor y las fe en Dios nos llevan directamente a intentar cuidar y preservar nuestro planeta, la Naturaleza, la Creación.
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