31 de marzo de 2020

REFLEXIÓN VI

Por
30 de marzo de 2020

Lunes V de Cuaresma
16° de confinamiento

"¿Nadie te ha condenado? ... Vete y no peques más..."
Éstas palabras de Jesús hoy resuenan más que nunca en nuestro interior y adquieren un nuevo significado... En este retiro forzoso en el que nos encontramos tenemos oportunidad de rebajar el ritmo frenético al que nos veíamos sometidas no hace mucho tiempo y al que achacábamos casi el origen de todos los males que nos atenazaban... ¿Cuántas veces no hemos pedido un receso? Ahora el mundo se ha paralizado casi por completo, casi de repente... Y todo con grandes dosis de perplejidad, angustia y temor... Pero aún así tenemos una magnífica oportunidad para retomar el cuidado de nuestro interior, de nuestro ser en definitiva... Nos acordamos de Dios y aún en medio de la agonía podemos ir haciéndonos preguntas y acercándonos a un Dios que no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y que viva... ¡Qué vivamos en definitiva! Y sólo Él es camino, verdad y vida... ¿Cuántas veces no nos hemos sentido "apresados" por la horda injusta que condena sin juicio que ejecuta antes de interesarse si quiera por las circunstancias que concurren en cada cotidianeidad? O, incluso,  ¿Cuántas veces por ocultar nuestra propia miseria, inquisitivamente no hemos señalado nosotros mismos a quienes si quiera tuvieron culpa? ¡Curiosa condición humana la nuestra que cuando nos sentimos amenazados o no entendemos algo hacemos lo imposible para "escapar" lo mejor posible!
Pero encontrarnos de bruces con el Señor como nos está pasando ahora, no deja de ser liberador y muy esclarecedor... ¡Incluso muy a pesar de las actitudes condenatorias con las que podamos ir a su encuentro! Pero el Señor no condena... Entiende nuestra debilidad (Él mismo no se la ahorró), y vino al mundo para que precisamente esa "debilidad" no nos venza... A veces en la búsqueda de lo que nos identifica y de la plenitud de nuestro ser, en la búsqueda del sentido de la vida, en la búsqueda del amor llegamos a cometer muchos errores, a veces sin importancia, otras veces descomunales... Nos vemos afectados por la debilidad que no queremos ver y nos humilla, y que nos sume en la oscuridad, pero el Amor de Cristo no condena, es un amor cálido que nos alumbra en la búsqueda, que nos justifica y nos da plenitud...
Cuando tomamos conciencia de ello asumimos con dolor nuestro equívoco, las veces que no asumimos nuestra debilidad, las veces que nos puede la soberbia, las veces que quitamos a Dios y colocamos una ideología y ponemos en jaque la fe... Pero ahí está Dios que nos dice "yo tampoco te condeno, vete y no peques más". Perdonados como lo estamos, fruto del amor de Dios, ¿Seremos capaces de vivir como perdonados/amados de Dios? ¿Nos atreveremos a recibir, aceptar e integrar ese perdón de Dios en nuestra vida? ¿Pondremos en práctica, como parte integrante del mandato del amor fraterno, el perdón restaurador y planificador hacia el hermano? Siendo nosotros llamados a ser Amor de Solo Dios con los hermanos, ¡seamos también bálsamo, consuelo y perdón para los demás!

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Último compromiso Pozuelo julio 2019

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