20 de marzo de 2019

CLÍNICA SAN IGNACIO SAN SEBASTIÁN

Por

TRABAJO DE LA ESCUELA UNIVERSITARIA DE ENFERMERÍA

19 de Febrero de 1999
AUTORAS del TRABAJOMaite Tapia HerreroEneka Torres Sastre y Cristina Villar López


FOTO 1 Portada del trabajo de María Tapia, Eneka Torres y Cristina Villar

“La historia es siempre injusta.
Selecciona unos hechos y descarta otro;
guarda la memoria de unos personajes
al precio de olvidar a muchos más;
va saltando de puntillas por encima de los siglos,
pasando por alto la vida de generaciones y generaciones;
solventa fríamente los dramas o las alegrías que afectaron a
miles de seres humanos con unas escuetas líneas.

La historia, el hecho de contar historia
es, visto así, un ejercicio de impiedad”.

Objetivo General
El objetivo general de este trabajo es investigar acerca de la historia de la Clínica San Ignacio de Ategorrieta, en San Sebastián, para conocer los cuidados de enfermería que se han dado en dicha Clínica a lo largo de la historia de la misma.

Objetivos Específicos
Investigar la historia de la Clínica San Ignacio.
Profundizar en la evolución del trabajo de enfermería.
Analizar la importancia de esta Clínica en la Sociedad en la que se encuentra.
Demostrar el vínculo entre las Órdenes Religiosas y el cuidado de los enfermos.
Analizar el funcionamiento de una Clínica privada.

Prólogo
Todo comenzó cuando la profesora de Historia de la Enfermería de la Escuela Universitaria de Enfermería de San Sebastián, Pilar Manrique, nos propuso la realización de un trabajo de investigación de un hospital, Clínica, congregación religiosa, etc., enfocando dicha investigación a los cuidados de enfermería.

En un principio esto nos pareció una tarea difícil, sobre todo debido a que todas las componentes del grupo nos habíamos decantado siempre por la rama de las ciencias, dejando, en cierto modo, de “lado” las letras, la historia…

Una vez superada ésta primera dificultad, nos consideramos capacitadas para realizar el trabajo y nos propusimos poner en él, todo nuestro empeño.

Nuestro gran dilema ahora, era la elección del centro de nuestra investigación y tras unos días de reflexión nos decidimos por una pequeña Clínica de San Sebastián (Gipuzkoa): la Clínica San Ignacio.

Los motivos de nuestra elección estuvieron ligados a un sentimiento “nostálgico” de una de las componentes del grupo que nació en esta Clínica y cuya madre trabaja allí; y a que otra de las componentes tenía algunas referencias sobre la misma.

Tras nuestra elección, nuestro siguiente paso fue la búsqueda de material referente a la Clínica y cuál fue nuestra sorpresa, que tras horas de búsqueda en bibliotecas, archivos, periódicos, etc. No encontramos nada debido a que en realidad, no hay nada publicado sobre ella.

Esta circunstancia nos dificultó bastante el trabajo y ante la falta de material sobre el que trabajar, decidimos dirigirnos a la Clínica para conocer el objetivo de nuestra investigación y obtener información sobre la misma.

La primera impresión, la definiríamos como una pequeña Clínica, algo descuidada por el paso del tiempo, era el año 1999, (hoy en día está toda renovada).

Al entrar en ella, nos recibió Josean Pérez, el actual administrador (1999), que tras presentarse nos atendió atentamente y nos legó toda la información existente sobre la Clínica, la cual no era demasiada abundante, según nos explicó, debido a que con el cambio de dueños de la Clínica, mucha de ésta información, se había perdido.

Sin embargo, ante el montón de documentos que teníamos delante no sabíamos cómo empezar ya que todo nos parecía lo suficientemente importante como para incluirlo en nuestro trabajo.

Estos documentos de los que disponíamos, eran principalmente facturas de principio de siglo y los archivos en los que se registraban todos los ingresos en la Clínica.

Eran todos ellos, documentos antiguos, que nos retornaron a nuestros antepasados. Debían haber estado mucho tiempo guardados sin abrirlos para nada, ya que estaban llenos de polvo, de hecho, al abrirlos, a una de nosotras le entró el asma. Tenían años y años de antigüedad y el paso del tiempo había hecho que presentaran borrones de humedad, polvo, e incluso páginas rotas con celo que intentaban disimular el paso de los años.
FOTO 2 Portada del trabajo de María Tapia, Eneka Torres y Cristina Villar, 1999. Presentación en el Ayuntamiento de la petición de construcción de un edificio destinado a Sanatorio Quirúrgico. 4 de Diciembre de 1905

Posteriormente, nos enseñó la Clínica y aunque recientemente ha sido reformada, pudimos contemplar los pasillos por los cuales, nuestras antepasadas compañeras de profesión, habían dedicado su tiempo y su buen hacer a los enfermos.

Esta primera visita a la Clínica, la definiríamos como una ráfaga de aire puro, ya que nos devolvió la ilusión, perdida al no haber encontrado nada publicado sobre ella.

Con nuestras fuerzas renovadas, proseguimos nuestra investigación y nos topamos con tres hermanas de la congregación “Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos”, congregación que estuvo trabajando en la Clínica desde su inauguración.

Estas tres Hermanas, Sor Juliana IturraldeSor Antonia Larrya y Sor Enma Suero, nos invitaron a su residencia en el Alto de Miracruz (en Villa Elvira), e incluso la mayor de todas, Sor Enma, se ofreció a acompañarnos a la Clínica, hecho que reflejó su disposición a colaborar con nosotras en la investigación.

Tuvimos mucha suerte de contar con su compañía, puesto que nos fueron de gran ayuda. Tenían muchas cosas que contarnos y había momentos en las que las tres hablaban a la vez y nuestra labor era poner orden.

Nos contaron anécdotas de la Clínica, los cuidados de enfermería a principios de siglo, sus experiencias personales, etc., incluso había momentos en los que nos olvidamos de nuestro motivo en la residencia y nos evadíamos de la realidad, trasladándonos a los años narrados.

Fue una experiencia realmente positiva, ya que a pesar del paso de los años, pudimos observar cómo estas Hermanas mantenían intactos sus recuerdos. Les agradecimos enormemente su colaboración y les prometimos una nueva visita. Ellas por su parte nos animaron a seguir con entusiasmo nuestra formación enfermera y a dedicarnos en cuerpo y alma a nuestros enfermos.

A medida que transcurría la investigación, cambió en nosotras la percepción que teníamos del trabajo, que antes era aburrido, y fue transformándose en una idea interesante y atractiva, al mismo tiempo que enriquecedora.

Nuestro siguiente destino fue de nuevo a la Clínica, donde mantuvimos una entrevista con la primera enfermera (A. T. S.) titulada que entró a trabajar en la Clínica Itziar.

Con ella ampliamos los conocimientos que teníamos tanto de los cuidados de enfermería como de la propia Clínica y pudimos verificar muchas de las conclusiones a las que habíamos llegado nosotras mismas.

Tras todo esto, volvimos a insistir en los archivos del ayuntamiento, dónde conseguimos planos de la Clínica y como copias de construcción; y en bibliotecas, donde completar toda la información recogida hasta el momento.

Ahora ya sólo nos quedaba lo peor; poner en orden todo el material del que disponíamos y dar forma a nuestro trabajo. El resultado, lo tienen entre sus manos.

Historia de la Clínica San Ignacio

La Clínica San Ignacio es una pequeña villa situada en la avenida de José Elósegui, en San Sebastián.

Es una Cínica privada, de hecho fue la primera de San Sebastián y la segunda que se fundó en España, la primera había sido fundada poco antes en Santander por el Dr. Madrazo.

A principios de siglo, en San Sebastián sólo se atendía quirúrgicamente a los pacientes, en el Hospital San Antonio Abad, en la Avenida de Navarra, el cual era insuficiente para toda la demanda que había. Por eso era muy frecuente que los médicos atendieran y operaran a los pacientes en sus propias casas, al no existir en todo San Sebastián un centro quirúrgico apropiado.

Al tiempo que esto ocurría, las religiosas de la Esperanza, congregación francesa, mandó un grupo de Hermanas, poco numeroso, a San Sebastián para que se dedicaran al cuidado de los enfermos pobres y a asistir las operaciones, para lo que habían sido formadas y preparadas en varias clínicas del extranjero.


FOTO 3 Fachada principal Clínica San Ignacio. San Sebastián 4 de diciembre de 1905. Firmado por Manuel Echave, arquitecto. Archivo histórico Ayuntamiento de San Sebastián

Ante esta situación, una monja de esta congregación que acompañaba al Dr. Mariano Antín en sus operaciones, le sugirió, en cierta ocasión, que éste se lamentaba por las dificultades de operar en tan malas condiciones, que fundara una Clínica junto con otros médicos que se encontraban en su misma situación.

Esto le hizo reflexionar sobre la idea y poco después logró convencer a otros doctores, compañeros y amigos suyos, especializados en diferentes ramas de la Medicina, para fundar una sociedad de Cirujanos Especialistas.

Junto con estos médicos, buscó la colaboración de los dos cirujanos que más trabajaban entonces en San Sebastián, formándose así una Sociedad de cinco miembros: el Dr. Hilario Gaiztarro, cirujano y director del Hospital de San Antonio Abad, el Dr. Ramón Castañeda y el Dr. Mariano Antín, laringólogos; el Dr. Benigno Oreja especializado en urología; y el Dr. Miguel Vidaur, oculista.



FOTO 2 Portada del trabajo de María Tapia, Eneka Torres y Cristina Villar, 1999. Presentación en el Ayuntamiento de la petición de construcción de un edificio destinado a Sanatorio Quirúrgico. 4 de Diciembre de 1905

Posteriormente, nos enseñó la Clínica y aunque recientemente ha sido reformada, pudimos contemplar los pasillos por los cuales, nuestras antepasadas compañeras de profesión, habían dedicado su tiempo y su buen hacer a los enfermos.

Esta primera visita a la Clínica, la definiríamos como una ráfaga de aire puro, ya que nos devolvió la ilusión, perdida al no haber encontrado nada publicado sobre ella.

Con nuestras fuerzas renovadas, proseguimos nuestra investigación y nos topamos con tres hermanas de la congregación “Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos”, congregación que estuvo trabajando en la Clínica desde su inauguración.

Estas tres Hermanas, Sor Juliana IturraldeSor Antonia Larrya y Sor Enma Suero, nos invitaron a su residencia en el Alto de Miracruz (en Villa Elvira), e incluso la mayor de todas, Sor Enma, se ofreció a acompañarnos a la Clínica, hecho que reflejó su disposición a colaborar con nosotras en la investigación.

Tuvimos mucha suerte de contar con su compañía, puesto que nos fueron de gran ayuda. Tenían muchas cosas que contarnos y había momentos en las que las tres hablaban a la vez y nuestra labor era poner orden.

Nos contaron anécdotas de la Clínica, los cuidados de enfermería a principios de siglo, sus experiencias personales, etc., incluso había momentos en los que nos olvidamos de nuestro motivo en la residencia y nos evadíamos de la realidad, trasladándonos a los años narrados.

Fue una experiencia realmente positiva, ya que a pesar del paso de los años, pudimos observar cómo estas Hermanas mantenían intactos sus recuerdos. Les agradecimos enormemente su colaboración y les prometimos una nueva visita. Ellas por su parte nos animaron a seguir con entusiasmo nuestra formación enfermera y a dedicarnos en cuerpo y alma a nuestros enfermos.

A medida que transcurría la investigación, cambió en nosotras la percepción que teníamos del trabajo, que antes era aburrido, y fue transformándose en una idea interesante y atractiva, al mismo tiempo que enriquecedora.

La Primera Operación y el Nombre de la Clínica
El 24 de agosto, viernes, se recibió aviso de que el Dr. Albarrán de París, tenía que operar en la Clínica a un señor de Bilbao, aunque la Clínica no había sido todavía inaugurada.

Por este motivo, el sábado día 25 de agosto, se trasladaron desde “Villa Elvira” a la Clínica las primeras religiosas de la Esperanza: La Madre Anastasia que es la Superiora, con cuatro Hermanas más y una postulante, que llevaba una estatua de la Santísima Virgen en brazos, ante la cual se postraron e hicieron oración, en una de las habitaciones del primer piso, destinada a Capilla, poniendo la nueva Obra bajo la protección de Jesús, María y José, sus patronos.

En la tarde de este mismo día, se impuso al reciente edificio el nombre de “Clínica Operatoria Villa San Ignacio”, por hallarse situada en la Parroquia que llevaba su advocación.

Tras un penoso y precipitado trabajo de esterilización del material e instrumental quirúrgico, preparación de habitaciones, etc. pudo darse alojamiento esa noche, en dos cuartos de primera, al enfermo y acompañantes, que iba a ser intervenido al día siguiente. Las Hermanas durmieron también, a partir de este día, en las habitaciones a ellas destinadas.


FOTO 8 Piso Principal de la Clínica San Ignacio. Archivo histórico Ayuntamiento de San Sebastián

Así, el domingo a la mañana, se recibió al Dr. Albarrán, al que todos los médicos propietarios de la Clínica procuraron todo tipo de facilidades. Como era de esperar, la operación, una extirpación de riñón, fue todo un éxito.

Pocos días después, el Dr. Albarrán volvió a operar en la Clínica y seguidamente comenzaron a intervenir los Doctores propietarios de la Clínica, lográndose una afluencia de enfermos mayor de la que se esperaba, ya que en esa época, la gente de buena posición se resistía a ingresar en las Clínicas y hospitales por su novedad.


Respecto a los cuidados de enfermería, cabe destacar, que al ser la Clínica un centro privado y pequeño, tanto las enfermeras como el resto del personal sanitario, han dado siempre un trato muy familiar y directo a todos los pacientes allí ingresados.

Hermanas de la Esperanza” “Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos
Las Hermanas de la Esperanza, fueron las que se encargaron de regentar y trabajar en la Clínica San Ignacio, fueron las que prestaron todos los cuidados de enfermería desde que se construyó, ellas pertenecen a la Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos. Esta Congregación fue fundada por el Padre Pedro Bienvenido Noailles y su Madre Superiora Emmanuel Bonnat.


FOTO 18 “Hermanas de la Esperanza” “Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos”

El Fundador
Padre Pedro Bienvenido Noailles, nació el 27 de Octubre de 1793 en Burdeos (Francia) y muy pronto, sus padres le mandan al campo, confiándole a la familia Pauvif hasta la edad de 3 años.

En la escuela manifestó una clara inteligencia y un temperamento violento, por lo que sus padres decidieron que dejara la escuela y le pusieron un profesor particular. Posteriormente acudió al Liceo donde cursó los estudios de Humanidades, Botánica, Música, Dibujo, Mecánica, Literatura, etc.

En 1814 fundó una sociedad de jóvenes interesados en la literatura, de la cual fue nombrado presidente. También fundó una sociedad de secretarios de abogados para ayudarse unos a otros y también fue nombrado presidente de ésta.

En Septiembre de 1816 se fue a estudiar Derecho a París y allí se planteó ser sacerdote y se internó en un Seminario.

En 1818, en la capilla de Issy, el fundador concibe la idea fundamental de la Asociación.

El 5 de Junio de 1819 recibió la ordenación sacerdotal y tras esto, fundó la “Sagrada Familia”.

El 8 de Enero de 1820 se le presentaron tres jóvenes que deseaban vivir entregados a Dios y el 28 de Mayo de ese mismo año, empieza con ellas la primera Comunidad Religiosa de la Sagrada Familia. Su centro se ubicó en Martillac, en una finca llamada “La Solitude” en Burdeos, Francia.

En 1840, Roma reconoció a la Congregación la “Sagrada Familia” como laudatorio y muy pronto sus obras se extendieron por toda España, donde fundaron colegios, orfanatos, casa de Hermanas enfermeras a domicilio, etc.

Esta congregación siguió creciendo y extendiéndose por toda Europa hasta que el 8 de Febrero de 1861, el Padre Noailles murió en “La Solitude” en Martillac, donde está su sepulcro.

Expansión de la Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos
Después de esto, la Congregación siguió aumentando, hasta llegar a los 3.500 miembros actuales (1999), que se dedican a las más diversas actividades:
La contemplación;
La vida consagrada en el Mundo;
El apostolado en: colegios, clínicas, obras sociales, barrios y zonas rurales, atención a la Tercera Edad, casas de ejercicios, etc.

Hay también un cuarto grupo, que es el de los “Asociados”, que pertenece a la Sagrada Familia, y está integrado por sacerdotes y seglares, que cuenta con unos 1.000 miembros.

En este mapa que se adjunta se refleja de manera gráfica la dimensión que alcanza en el mundo, la Asociación.

La Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos, en España
El primer colegio que abrió esta Congregación en España fue el Colegio de Loreto, en Madrid el 2 de Febrero de 1984.

Tras éste, han ido abriendo muchos más en toda la geografía española hasta llegar a establecer en nuestro país 73 comunidades, que siguen los pasos de su fundador.

Algunas de éstas comunidades se indican en el siguiente mapa, en el que se incluye la Comunidad de “Villa Elvira” fundada en 1906 en San Sebastián; donde residían las antiguas trabajadoras, las Hermanas que prestaron sus cuidados de Enfermería en la Clínica San Ignacio y donde hoy en día siguen viviendo las Hermanas de la Esperanza dedicadas a otro tipo de menesteres.


FOTO 19 Expansión de la Congregación Hermanas de la Esperanza de la Sagrada Familia de Burdeos. La Congregación en España. Madre Superiora Emmanuel Bonnat


Entrevista al personal de la Clínica San Ignacio
Nuestra primera entrevista se la hicimos a las tres “Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos”, congregación que se encargó del cuidado de los enfermos y de todo el trabajo desarrollado en la Clínica desde su inauguración.

Estas tres Hermanas, Sor Juliana IturraldeSor Antonia Larrya y Sor Enma Suero, no tuvieron ninguna duda a la hora de responder a nuestras preguntas.


FOTO 33 Capilla de la Clínica de San Ignacio

¿Cuándo comenzó a trabajar en la Clínica?
Sor Juliana: Comencé a trabajar en la Clínica San Ignacio en el año 1972 y estuve allí durante 15 años. Sin embargo, antes de venir a trabajar a la Clínica, la conocía porque había estado con mi padre cuando era pequeña, a operarse.

Sor Antonia: Yo comencé bastante antes que Sor Juliana, en el año 1946 y estuve trabajando en la Clínica hasta que nuestra congregación dejó de trabajar en la Clínica (1990).

Sor Enma: Como podéis comprobar yo soy la mayor de todas y entré a trabajar en la Clínica antes de la guerra en el año 1930. En el año 1950 la congregación me envió a otra Clínica en Valencia durante cuatro años y luego volví; y he estado, prácticamente toda mi vida, trabajando en la Clínica.

¿Tenían alguna clase de estudios?
Sor Juliana: Bueno, todas nosotras si que tenemos estudios, pero en realidad dentro de la Clínica sólo pedían cierto número de títulos, y el resto de la gente que trabajaba, no tenían ningún tipo de estudios específicos, pero recibían enseñanza básica en la propia Clínica por parte de los compañeros médicos.

Sor Enma: Además recibíamos una enseñanza muy buena. Cuando yo fui a Madrid a examinarme para conseguir el título de “antigua enfermera” con algunas de mis compañeras, el profesor que nos examinó en la Facultad de Medicina de Madrid, nos dijo que se notaba que éramos alumnas del Doctor Benigno Oreja.

Como podemos observar, parecen tener muy buenos recuerdos del Doctor Benigno Oreja. ¿no?
Risas. Comienzan a hablar todas las Hermanas a la vez. Tras una breve pausa se instaura el orden y es Sor Antonia la que comienza hablar.

Sor Antonia: Creo que hablo en el nombre de las tres, al decir que el ambiente en la Clínica es muy familiar, Así lo atestiguan las tres Hermanas.

Teníamos mucha confianza y una gran relación con todos los médicos. Por ejemplo, el Dr. Benigno Oreja nos “espiaba” en nuestros ratos libres mientras hacíamos teatro.

Sor Enma: Yo me acuerdo también con mucho cariño del difunto Dr. Bergareche, que cuando tenía un rato libre subía a la cocina a ver si quedaban restos de la comida y decía: “Éste es el placer de los dioses”.

¿Cuál era su residencia? ¿Estaban en la Clínica internas?
Sor Juliana: Sí, estábamos allí internas y dormíamos allí. En ocasiones teníamos que salir de la cama a atender los casos de urgencia porque en aquellos tiempos no había ningún médico de guardia, pero hay que reconocer que en cuanto les llamábamos acudían rápidamente.

Sor Enma: ¡Es verdad! Menudo alivio cuando pusieron un médico de guardia.

¿Realizaban  otras actividades a parte del cuidado de los enfermos?
Sor Antonia: Nosotras nos encargábamos de todo dentro de la Clínica, por lo que estábamos muy cansadas, pero a pesar de esto, todos los días después de las comidas teníamos tiempo de recreo y lo dedicábamos a cantar, descansar, leer, etc., y por la tarde teníamos una hora para rezar.

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