27 de julio de 2020

DOS COMUNIDADES

Por


                                     LOS MATEOS

En la Provincia de España hubo un momento en que, dada la situación de algunos de nuestros Colegios, se vio la conveniencia de que varias religiosas jóvenes de la Sagrada Familia, que habían estudiado Magisterio, prepararan las oposiciones y entraran a formar parte de la Enseñanza Estatal.
Una vez aprobadas las Oposiciones y antes de tener opción a Escuelas determinadas, fueron destinadas por la Estatal a pueblos del Levante español. Varias coincidieron en la provincia de Murcia y a medida que tuvieron opción se agruparon cerca de Cartagena y empezaron a vivir en Comunidad. Esto dio origen a una comunidad de la Sagrada Familia que ha vivido bastantes años en esta ciudad. Las Hermanas trabajaban en Colegios públicos de la periferia por opción. Se añadieron otras dos que tenían su puesto en Guarderías Infantiles del Ayuntamiento. Además de su jornada laborar dedicaron tiempo y energías a los Barrios y colaboraron con los grupos que buscaban humanizar esas zonas deprimidas. Estaban también integradas en comunidades de base e intentaban vivir desde la fe sus diferentes compromisos.
En ese contexto se encontraron trabajando en Los Mateos dos Hermanas de la comunidad de Cartagena: Eugenia Gembero, como Educadora Social y Nieves La Porte, como Asistente Social. Con la Provincial se vio la posibilidad de crear allí una comunidad de Inserción que colaborara con la Parroquia y con otros grupos comprometidos de esta Barriada como Caritas y Rascasa. La Comunidad empezó a funcionar en octubre de 1994.
Con Rascasa se colaboró estrechamente llegando a ser Mercedes Martínez la Presidenta de esta asociación sin ánimo de lucro, que trabaja por la promoción de la juventud de los Barrios marginados.
Por su parte Nieves y un pequeño grupo de jóvenes comprometidas, organizaron con ayuda de Caritas un Taller para mujeres donde muchas de ellas, payas y gitanas del Barrio, han podido desarrollar sus capacidades y siguen en la actualidad un programa de desarrollo personal y comunitario. Consuelo Ortega trabajó varios años en la Escuela de Los Mateos como
Maestra Nacional y luego ha continuado en el Taller de Caritas aportando sus habilidades y su entrega. Otras hermanas (cuatro) han pasado por esta Casa, la última, Petri Yanguas, ha abierto el radio de acción de la comunidad a las familias de emigrantes cada vez más numerosas en Los Mateos poniendo su capacidad de acción al servicio de gitanas, marroquíes y payas de la barriada y del entorno más desfavorecido.
La Comunidad ha tenido siempre el deseo y el objetivo de transmitir con su vida, sus actuaciones y las tareas que ha compartido en la Parroquia, la buena noticia del Evangelio, contando con la acción de la semilla que de manera desapercibida va dando Vida. Aunque desaparezca el sembrador la semilla sigue trabajando y transformando poco a poco la realidad. En ella confiamos.


El Ayuntamiento agradece la entrega de las monjas de Burdeos que cierran su casa en Los Mateos
Martes 7 julio 2020 Las hermanas Consuelo, Petri e Isabel son las tres últimas monjas de la Sagrada Familia de Burdeos que han colaborado en la integración de las familias de Los Mateos y este año cierran etapa. Este martes, 7 de julio, han recibido el agradecimiento del Ayuntamiento de Cartagena por su labor en el barrio y la ayuda que han prestado durante años. La vicealcaldesa y responsable del Área Social, Noelia Arroyo, ha visitado a las religiosas para reconocer el trabajo por la integración social que han desarrollado desde que la hermana Nieves, jubilada el año pasado, abrió la casa en el barrio hace cuarenta años. “Las hermanas han trabajado por la
integración en el barrio durante cuatro décadas. Han sido maestras, consejeras y voluntarias al servicio de toda familia que necesitara cualquier tipo de ayuda. Desde los talleres de Cáritas han enseñado costura y a leer y escribir a mujeres gitanas y mujeres inmigrantes. Han sido parte de Los Mateos desde que se instalaron es esta casa, que ha estado siempre abierta a cualquier vecino”, ha señalado la edil. Además, Arroyo ha destacado la colaboración y estrecha relación que durante este tiempo han mantenido con los Servicios Sociales municipales. Una de las religiosas ya fallecidas que también cooperó en esta labor de integración, la hermana Montse Cascante, recibió en 2012 el premio del Voluntariado convocado por la concejalía en reconocimiento a su trabajo. Por su parte, Sor Consuelo, que lleva instalada en Cartagena cerca de 50 años, ha trasladado su emoción y agradecimiento: “son muchos años vividos de una intensidad que no es nuestra, sino de todos los que nos han rodeado que nos dan la fuerza para seguir luchando por este barrio y por un mundo donde vivir de otra manera, juntos en unión y en igualdad”. Desde que llegaron a Los Mateos, el barrio ha cambiado mucho, pues antes tan sólo había gitanos y payos, y ahora la inmigración es sobre todo marroquí, lo que hace que su mayor preocupación y labor a día de hoy sea la integración entre etnias, costumbres y culturas. Las tres hermanas recibirán el miércoles, 8 de julio, un homenaje de despedida por parte de sus vecinos y de las entidades con las que han trabajado desde la Coordinadora de Barrio. Será a las 19:00 horas en la Iglesia de San Isidro de Los Mateos.

Despedida desbordada de cariño
a las 'últimas monjas
de Burdeos' en los Mateos



 La parroquia de San Isidro de Los Mateos acogió el homenaje que vecinos y colectivos tributaron a las hermanas Consuelo, Petri e Isabel, las tres últimas monjas de la Sagrada Familia de Burdeos con presencia en el barrio. En este encuentro se agradeció su presencia y se celebró también el bicentenario de la fundación de la Congregación.
Las hermanas de esta congregación han trabajado por la integración en el barrio durante cuatro décadas, siendo maestras, consejeras y voluntarias de personas de todas las clases sociales, estando siempre dispuestas a ayudar a cualquier vecino que se lo solicitase.



ABADÍN

 La comunidad de Abadín pertenece a la Diócesis de Mondoñedo Ferrol.
En el año 1987 se abre la Comunidad en Abadín, dando respuesta a la inquietud de algunas hermanas que se sienten llamadas al mundo rural. Este ayuntamiento pertenece a la Provincia de Lugo.
Son tres las Hermanas que después de un serio discernimiento y en búsqueda con el Consejo Provincial se instalan en una casa parroquial que estaba vacía. A poco más de un año, en un accidente de tráfico, muere Esperanza Villanueva. Se envía a Izaskun González. Estas tres hermanas han estado en esa inserción 33 años.
Con gran dolor de corazón, se ve que hay que dejar Abadín. En una población envejecida, se ha realizado un trabajo muy integrador, desde los más necesitados.
Desde el discernimiento decidimos enviar a Lugo a Izaskun y a Paquita y cerrar la presencia en Abadín. Rosa se insertará en la comunidad de Don Ramón de la Cruz.
Hemos hablado con el Obispo y el Vicario de la Diócesis. Sienten mucho que dejen esta presencia en el pueblo porque ha sido lugar de muchos encuentros para toda la población de las distintas aldeas y también fuente de energía para la Iglesia, sacerdotes y pueblo. Ello hace que sintamos mucho dejar esa presencia.
“Religiosas con este talante, no se encuentran”, comentó el Obispo.
Anun Esteve

La comunidad de Abadín pertenece a la Diócesis de Mondoñedo Ferrol.
En el año 1987 se abre la Comunidad en Abadín, dando respuesta a la inquietud de algunas hermanas que se sienten llamadas al mundo rural. Este ayuntamiento pertenece a la Provincia de Lugo.
Son tres las Hermanas que después de un serio discernimiento y en búsqueda con el Consejo Provincial se instalan en una casa parroquial que estaba vacía. A poco más de un año, en un accidente de tráfico, muere Esperanza Villanueva. Se envía a Izaskun González. Estas tres hermanas han estado en esa inserción 33 años.
Con gran dolor de corazón, se ve que hay que dejar Abadín. En una población envejecida, se ha realizado un trabajo muy integrador, desde los más necesitados.
Desde el discernimiento decidimos enviar a Lugo a Izaskun y a Paquita y cerrar la presencia en Abadín. Rosa se insertará en la comunidad de Don Ramón de la Cruz.
Hemos hablado con el Obispo y el Vicario de la Diócesis. Sienten mucho que dejen esta presencia en el pueblo porque ha sido lugar de muchos encuentros para toda la población de las distintas aldeas y también fuente de energía para la Iglesia, sacerdotes y pueblo. Ello hace que sintamos mucho dejar esa presencia.
“Religiosas con este talante, no se encuentran”, comentó el Obispo.
Anun Esteve
HACEMOS HISTORIA

En el año 1986 Rosa Fernández, Paquita Mutuberría y Esperanza Villanueva, empezamos a buscar posibilidades de ir a vivir al mundo rural, en Galicia.


 Esperanza, que era Gallega, conectó con diferentes realidades, pueblos, personas conocidas… que tenían inquietudes parecidas. Nos parecía que dada la poca valoración que, en todos los sentidos se daba al mundo rural, sería muy oportuno llevarle la Buena Noticia de Jesús, fundando una comunidad en algún lugar donde no hubiera presencia religiosa y se viviera de una manera pobre y sencilla.

Nos reunimos con el equipo provincial y empezamos a exponer nuestras motivaciones y a discernir. Un dato importante era que no había que responder a la petición de ningún obispo ni sacerdote; se trataba de una búsqueda desde nosotras mismas, siguiendo la llamada del Espíritu en la Congregación.
Cuando estuvimos todas de acuerdo
empezamos a buscar un lugar en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. En aquel momento no había obispo y el vicario, Don Uxio García Amor nos acogió con alegría y nos habló de varios lugares. Escogimos Abadín. Nos ofrecieron para vivir una casa rectoral que estaba deshabitada. Después de algunos pequeños arreglos nos instalamos en ella en septiembre de 1987.

El obispado nos ofreció una ayuda económica por prestar servicios de catequesis… Lo agradecimos, pero nosotras queríamos vivir de nuestro trabajo, como una familia más, compartiendo luchas, fiestas, la fe, y, sobre todo, vivir en fraternidad; ese era nuestro espíritu, ese era el proyecto de nuestra vida: crear comunión, fraternidad, dentro de la particularidad y la diversidad que podíamos tener entre todos.
Queríamos, por lo tanto, insertarnos entre los vecinos y vecinas, ser unas más de ellas, aprendiendo a vivir de acuerdo con las costumbres que había aquí, el
idioma que había, y de esa forma vivir el Evangelio entre los vecinos al estilo fraterno de la Sagrada Familia de Burdeos.
Y eso es lo que fuimos haciendo, algunas ya desde el primer momento, y otras, que llegaron más tarde, adaptándose al estilo que cogió la primera comunidad de monjas.

La gracia, el regalo de Dios, lo hemos recibido a través de los vecinos y entre todos vamos haciendo LA GRAN FAMILIA DE LOS HIJOS DE DIOS.


VIDA RURAL, VIDA COMPARTIDA

En septiembre de 1987 llegamos a Abadín Rosa Fernández, Esperanza Villanueva y Paquita Mutuberría, animadas por el espíritu del evangelio y con grandes deseos de vivir al estilo de las primeras comunidades cristianas, en la Sagrada Familia para extender y fortalecer la fe en todos los ambientes.
En Abadín, el obispado nos ofreció una casa rectoral deshabitada. Después de hacer algunos pequeños arreglos nos instalamos en ella.
Queríamos vivir de nuestro trabajo remunerado, como una familia más, compartiendo luchas, fiestas, la fe, y sobre todo vivir una fraternidad cercana a los más necesitados y excluidos; ese era nuestro proyecto de vida.
Al cabo de un año murió en un accidente de coche Esperanza, que tanto había trabajado preparando esta fundación. Se integró en la comunidad Izaskun.
Fuimos encontrando trabajos: Rosa haciendo suplencias de enfermería en el ambulatorio de Abadín y pueblos cercanos, Paquita en un colegio de protección de menores en Vilalba, iba y volvía en autobús hasta que tuvimos coche, Izaskun en el servicio doméstico hasta su jubilación.

Poco a poco se fue profundizando y haciendo normal la relación. Algunos nos preguntaron cómo nos organizábamos con el dinero. Al explicarles que sólo teníamos una libreta en la Caja, que lo teníamos en común, que compartíamos con otras necesidades y comunidades, les sorprendía, les gustaba y valoraban, pero …
Ha sido un camino bonito el recorrido con “as monxas rurais “. Por la misma época se fueron creando varias comunidades religiosas en la Galicia rural y pronto sentimos la necesidad de comunicarnos. Nos fuimos reuniendo para tratar temas según las necesidades que íbamos descubriendo. Llegamos a participar más de 30 personas en esas reuniones. Creció entre nosotras la acogida y amistad que seguimos manteniendo, de otra manera, y nos ayuda mucho.

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea trajo graves problemas, como la limitación en la producción de leche a cada labrador (as cuotas do leite) y la bajada constante de precios por parte de las empresas compradoras. Hubo una respuesta popular y también, muy fuerte, por parte de los sindicatos: concentraciones, manifestaciones en los pueblos, en Santiago de Compostela, en Madrid. Fue una oportunidad de tomar conciencia de la necesidad de unión ante las dificultades.
En Cáritas colaboramos en diferentes proyectos: formación, cursillos, encuentros, proporcionando charlas de médicos, técnicos agrarios, huertos
comunitarios, diferentes aspectos que nos fueran ayudando a ser conscientes de nuestra dignidad. En el proyecto “vivir na casa” muchas mujeres de las aldeas han trabajado contratadas, atendiendo en sus domicilios a personas mayores, creando relaciones de mucha humanidad. Se reunían en nuestra casa periódicamente para poner en común avances y dificultades en su trabajo. Eso ha dado lugar a mucha comunicación y relaciones de confianza.
Convivimos activamente:
- con los chavales en la preparación para los sacramentos, participando en Junior, excursiones, convivencias…
- Movimiento Rural Cristiano compartiendo vida.
- Lectura comunitaria del evangelio.
- Nos enseñan muchas cosas. Recordamos algunas:
- orar en grupo, sus expresiones nos dejan sorprendidas.
- saber vivir con lo necesario, sin acaparar. Y compartir lo que hay en las casas: huevos, productos de la huerta, leña…
- relativizar, no poner el corazón en cosas materiales, ni en aparentar (soy yo la que enseño), ser yo misma siempre.
- paciencia, observar, esperar el momento oportuno, no acelerar procesos.
- humildad, todo lo que soy y tengo es regalo para ponerlo al servicio de los demás, los más necesitados.
- capacidad de fiesta y de relación.
- la riqueza del idioma con tantas variantes.
- atención y cuidado a las necesidades de los vecinos.
- el valor callado y fundamental de las mujeres.

Esta oración, que cantamos con frecuencia, expresa, nuestro sentimiento:
PORQUE ES GRANDE, NOSO DEUS
E VEN DE TI CANTO É BO
DESDE ESTA NOSA TERRIÑA
CON TODA ESTA XENTIÑA

DÁMOSTE GRAZAS, SEÑOR.




 En esta foto las hermanas están con el párroco de la
comunidad de Lugo, que tanto ayudó a la comunidad durante la pandemia y la enfermedad y muerte de Ascensión Melón.
Él les llevaba todo lo que necesitaban para que ellas no tuvieran que salir. Y les acompañó en el entierro de Ascensión.
Le agradecemos de corazón su fraternidad atenta y cariñosa.







25 años de asociado

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Último compromiso Pozuelo julio 2019

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Imagen en la Isla

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MONASTERIO de OTEIZA

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