Martes V de Cuaresma
17° de confinamiento
En este anochecer, y llegados ya a este punto nos damos cuenta que
los días pasan (lo cual ya es un triunfo) pero que también "pesan"...
Van pesando en cada mala noticia que nos llega, en cada ruin sobresalto
del teléfono conocido, de la angustia contenida...
No terminamos de acomodarnos a los pocos metros cuadrados en que al
principio de esto quedamos confinados... El tiempo incluso pareciera
haberse detenido y el silencio general raramente queda roto por los
pocos que jugándosela vigilan por nuestra salud, bienestar
y seguridad... Pero es inevitable no añorar la alegre despreocupación
de hace unos días; de cuando tan ajenos andábamos atados a mil y una
preocupaciones, otrora importantísimas (hoy ya no tanto); de cuando un
abrazo, una cercanía cómplice y gesto de cariño
no era tan difícil de dar o recibir... (Ahora nos damos cuenta lo
parcos que fuimos en esas muestras de cariño y qué "generosos" fuimos
tantas y tantas veces en severidad y soberbia implacable sobre los
demás)... Y aunque es cierto que pareciera que todo quedara
paralizado en nuestro egocentrismo socializado vemos que los días se
siguen sucediendo y que la vida sigue adelante... Y, aún costando
acomodarse a la nueva situación de humillación y silencio, vemos que las
muestras de cercanía y afecto que ahora tanto ansiamos
y que tan limitadas han quedado no agotaban la grandeza del amor del
que brota el cariño... El amor ni se cansa ni deja de amar... Y así,
como de un período de convalecencia se tratara, sanamos las heridas que
de antes traíamos a este "hospital" improvisado
en que se convirtieron nuestras casas... Y amamos y deseamos amar más
pues vemos la limitación que arrastramos sobre ese Amor de los amores
que nos constituye a nosotros mismos como misma prolongación suya...
Hoy vemos a ese Cristo, sumamente humilde entregado por amor y el
sumamente veraz, ese Cristo que nos invita a ser más, a no conformarnos
ni tampoco autoconvencernos de lo meramente aparentemente que
estérilmente se nos cuela en la vida... Que como buen
amigo se nos entrega del todo y no nos oculta los misterios del Reino a
pesar de nuestra dificultad para comprender... Pero aún a pesar de
nuestra incomprensión, muchas veces fuente de sufrimiento y hasta de
pecado, Él no nos condena... ¡Hasta se pone en nuestras
manos! Ante ésta verdad, la Verdad total de Solo Dios, algunos
endurecieron el corazón y otros le creyeron... Con lo cual y ante eso:
¿Cómo nos situamos? ¿Qué actitudes merecen la pena mantener y cuáles no?
¿Soy consciente del Amor de Dios que nos habla de
sí y nos constituye a nosotros mismos?
Sigue amando pues, sigue confiando, sigue esperando... ¡No tengas miedo!