"Feliz día del padre... Feliz día papá!"
Cuántos años atrás hemos repetido éstas mismas frases cargadas de buenas
intenciones las más de las veces o como rutina otras tantas... Desde niños
siempre supimos que este día de san José era un día especial... Qué siendo José
el papá de Jesús en la tierra convenía que tuviéramos en cuenta a nuestros
papás de la tierra... ¡Qué días del padre tan maravillosos hemos pasado, y qué recuerdos!... Es inevitable pues que la
nostalgia no se apodere de nosotros y recordemos aquella ternura infantil de
cuando nuestros papás eran los mejores, superhéroes incluso... Es inevitable
que no asome incluso la lagrimilla recordando los tarjetones y manualidades que
con tanto esfuerzo e ilusión hacíamos en clase y que seguro al ver después de
los años en alguna limpieza de primavera no nos hayan ocasionado rubor y
simpatía (y qué seguro si tuviéramos
ahora a mano pondríamos en un altar por ellos)...
Hoy se volvieron a escuchar felicidades papá, algunos con
bullicio y fiesta en la intimidad de un hogar que a la fuerza por fin está
siéndolo, otros desde el recuerdo y la oración..., esos felicidades papá que
hoy se oían en tantos hogares de nuestra patria silenciada se nos antojan como
auténticos desafíos a este peligro invisible y silencioso, como desafío a este
día de confinamiento que hemos intentado solemnizar de alguna manera... Hoy ese
"Salve José..." pareciera quedar ahogado por la angustia y la incertidumbre...
Y nos sale esa vena valiente y preocupada de todo buen padre que mira por los
suyos... Mirando por los nuestros, y en este desierto cuaresmal que vivimos
como "presos inocentes" nos sale al encuentro San José como un alto
en el camino, como enviado por Dios a decirnos aquello de "no temas en
tomar a María y Jesús" en tu vida, él que también recibió en un alto
angustioso de su camino al mismo mensajero de Dios!
¡Salve guardián de nuestro protector!
Si en María tenemos una madre, en José tenemos un padre
que vela e intercede por nosotros como ya lo hizo con el mismísimo hijo de
Dios... Hoy fue una solemnidad desvaída y silenciosa y el recuerdo de
celebraciones más brillantes quizá nos haya podido abrumar... Pero el Señor no
quiere sólo santo el templo (que tanto echamos de menos ahora pero que tantas
veces desacralizabámos con conductas y comentarios que no iban al caso), Dios
quiere santas nuestras casas, nuestra vida entera...
Podrán ser días oscuros y llenos de preocupación, y la
celebración haya quedado muy diluida... Pero la gracia de Dios no se detiene y
nos sigue asistiendo en silencio como el papá que guía a sus pequeños... Por
nuestro padre San José a al Padre nuestro que Jesús nos mostró!
San José esposo de María: Ruega por nosotros!
Vuestro: Rv. Sr. D. Félix Élez Talaván - Pbo. S.F.B.