"No estás lejos del Reino de Dios"... Con estas
palabras el Señor cierra el evangelio de hoy y que resuena de un modo especial
en esta especial Cuaresma en nuestros corazones... Pareciera que en estos días
de aislamiento forzoso, nos encontráramos terriblemente lejos de ese Reino, ya
van varios días en que la vida se paralizó... Todavía nos estamos adaptando y
las fuerzas pueden flaquear... Es difícil mantener la calma con las constantes
noticias que se suceden y que no hacen otra cosa que confirmar que nuestra
patria y la humanidad entera afronta una de sus horas más oscuras... Por todo ello, incluso llamados
constantemente a la esperanza, flaqueamos y nos dejamos vencer por esta enorme
cruz que nos toca llevar...
Pero seguimos siendo llamados a la esperanza y a hacer de
la ley divina acción de amor, de confianza de esperanza confiada... Y el Señor
sigue haciéndose presente, en los aplausos de cada noche, en cada gesto de
altruismo del que tenemos noticias, en este estar en casa como generosidad por
los demás y por nosotros mismos (al prójimo como a ti mismo), en cada buena
noticia que entre tanto fango siempre aparece, en cada día que termina sanos y
más afianzados en la voluntad divina, conscientes de ser más incluso que este
peligro invisible y silencioso que nos atenaza por doquier... Porque al final
con Solo Dios al que sólo hemos de amar (y con él a los hermanos como a
nosotros mismos), sabemos y tenemos certeza que, aún infectados, valemos más
que el virus... Y al final, aún en medio del peligro, nos encontramos tejiendo
desde la intimidad y el silencio las redes de unas relaciones más purificadas y
verdaderas, de una auténtica nueva humanidad, aquella que Cristo ansia y ama y
que misteriosamente se hace realidad en lo concreto... Hoy empezó la primavera,
y la naturaleza, la creación entera sigue su camino, sanándose a sí misma al
hilo que, quizá también nos estemos "sanando" nosotros mismos como
gran familia humana heredera de ese Reino de Dios en que efectivamente
vivimos... Nuestra inquietud y preocupación por los más débiles, por nuestros
mayores que dieron la vida por nosotros y que nos legaron un mundo más sano y
limpio del que íbamos a legar a nuestros hijos es ese punto de partida en este
recluimiento que en ningún caso estamos haciendo sin Dios... Así que aunque
preocupados en este grave momento, vamos a seguir intentando sacar lo mejor de
nosotros mismos y hagamos posible ese sueño de nuestros mayores y que apunta al
mismo sueño de Dios que nos habla del Reino de Dios, Reino de paz, justica, amor,
amistad, fraternidad... ¡Somos familia! Velemos los unos por los otros. Amén.
Vuestro: Rv. Sr. D. Félix Élez Talaván - Pbo S.F.B.
P.D.: Os pido también oraciones, igual que vosotros sufro
y me sobresalto con las malas noticias que nos van llegando... Procuro estar
fuerte por vosotros! Toda mi vida por Dios y por el pueblo de Dios, por su
santificación y por su salvación!