31 de mayo de 2020

El significado de los 7 dones del Espíritu Santo

Por

¡Católico, toma nota!

Desde la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, en Pentecostés, los cristianos son conscientes de los dones con los que asiste al creyente la tercera Persona de la Trinidad.
El Catecismo de la Iglesia católica, en el número 1830, explica que “la vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”.
Descubramos, entonces, cuáles son y en qué consisten estos dones:

1. Sabiduría

Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica al proyecto de Dios. Él fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios.
El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20).
La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.

2. Entendimiento

Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.
El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).

3. Consejo

Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.
Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Is 11, 3-4).

4. Ciencia

Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).

5. Piedad

Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría.
Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.
En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).

6. Fortaleza

Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones.
Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.
El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).

7. Temor de Dios

Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.
Por eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is 11,2).


Fe explicada

29 de mayo de 2020

¡¡¡¡¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS !!!!!!!

Por

¡Alaben al Señor en todas las naciones,
y festéjenlo todos los pueblos!
Pues su amor hacia nosotros es grande,
y su fidelidad es para siempre.
(Sl 117)


A los miembros de la Sagrada Familia de Burdeos
200 años de la Fundación

Queridos hermanos y hermanas,
Me dirijo a vosotros cuando estamos viviendo una situación inédita, imprevista, dramática y global, provocada por la pandemia del COVID -19. En este contexto, que jamás hubiésemos imaginado, nos estamos acercando al Domingo de la Trinidad, en que celebramos 200 años de la Fundación.
Estamos viviendo “la ley común” como el Fundador nos propuso, al compartir con toda la Humanidad, la vulnerabilidad, el dolor y la incertidumbre del presente y ante el futuro.
Nuestra civilización ya estaba en crisis y la pandemia, de golpe, nos ha obligado a tomar conciencia de manera radical que no somos tan “omnipotentes” como pensábamos, que no controlamos la vida, que vivimos apoyados en falsas seguridades…
Esta pandemia ha puesto en evidencia otras pandemias más antiguas y letales que continúan generando muerte, pero que nos dejan indiferentes porque hasta ahora, no las consideramos una amenaza para nosotros.
Estamos perplejos. No tenemos respuestas. Necesitaremos tomar más distancia de la experiencia para releerla, sacar sabias enseñanzas y decidir hacia dónde queremos caminar como humanidad para poner en marcha una “normalidad” que no se parezca a la anterior.
Al inicio de la Fundación, la realidad también era confusa y desafiante por otras causas. No obstante, nada de esto paralizó al Fundador y a los primeros miembros, a la hora de vivir y proponer el Carisma recibido. Al contrario, estaban convencidos de que era la respuesta innovadora y creativa de Dios a las necesidades de la sociedad de aquel tiempo.
Ojalá nosotros no nos dejemos amedrentar ante los desafíos de nuestro tiempo. Ahora es “el tiempo favorable” para vivir con profundidad y responsabilidad nuestro Carisma-Misión.
Durante tres años nos hemos preparado para la celebración del Bicentenario, recorriendo un camino de conversión.
Comenzamos el proceso haciendo memoria de nuestros orígenes. Hacer “memoria” no es recordar con nostalgia un pasado cada vez más distante sino actualizar el significado que este acontecimiento histórico de la Fundación, tiene ahora para nosotros. El papa Francisco dice: “Es preciso valorizar la historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por ello pueda ser fecundo. Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo. La memoria no es estática, es dinámica. Por su naturaleza, implica movimiento”. [1]
¡Qué diferente es nuestro contexto socio-político-religioso de aquel en que nació la Sagrada Familia hace 200 años!  Estamos viviendo otra época con cambios profundos, imparables, vertiginosos, cuyas consecuencias, agravadas y aceleradas por el Covid -19, no podemos ni imaginar.
Cuando la realidad cambia, las respuestas también tienen que cambiar para mantener la vitalidad del grupo según su razón de ser y responder a las necesidades y desafíos de la Misión en cada época. Estos cambios, generalmente difíciles y lentos, pueden generar inseguridad, miedo, incertidumbre, etc.  pero ayudan a discernir lo esencial y a relativizar aspectos secundarios.
Cada generación tiene la responsabilidad de releer, desde su contexto cultural, el Carisma que ha recibido y recrearlo para que continúe siendo fuente de sentido para las generaciones futuras.  
Nuestra generación está viviendo el proceso de renovación/revitalización del Carisma, sin banalizar el legado espiritual recibido para no perder la propia identidad carismática, por un lado, y por otro, lo hacemos escuchando y discerniendo, desde la fe, las llamadas urgentes de esta época. Lo que no se renueva se muere.
¡Qué diferente es el rostro que tiene la Sagrada Familia actualmente!  Somos “un cuerpo” más multicultural, multi-étnico, multi-lingüístico, más internacional... Nuestra mentalidad, nuestra cosmovisión del mundo, la manera de relacionarnos entre nosotros y con la Creación, nuestra imagen de Dios… es muy diferente de la que tuvieron las generaciones que nos han precedido.
No somos ni mejores ni peores que ellos y nuestro tiempo no es mejor ni peor que el suyo. Es diferente, más complejo seguramente pero todo tiempo es tiempo de Dios. Tiempo de Salvación. Cada época tiene sus valores y contravalores, sus oportunidades y riesgos. Cada generación, tiene que afrontar desafíos específicos y responderlos, dejándose conducir por el Espíritu que siempre susurra caminos de conversión para responder con mayor fidelidad. Esto es crucial.
Que la memoria de nuestra pequeña historia, dentro de la gran Historia del Universo, sea una memoria viva, actualizada y nueva que nos impulse a continuar viviendo nuestra razón de ser y a abrir en el presente, nuevos caminos para la Misión de Dios en el mundo, según nuestro Carisma.
La segunda etapa del proceso de preparación al Bicentenario ha sido profundizar nuestro Carisma. Reapropiarnos del don recibido como Familia.
No podemos comprender el Carisma recibido, a través de Pedro Bienvenido Noailles, sin ir a su experiencia fundante, la contemplación del Misterio de la Sagrada Familia: Jesús, María y José que, en todas las circunstancias de su vida, “aman, buscan y desean a Solo Dios en todas las cosas”. Es “el espíritu de Solo Dios”.
Para sintonizar profundamente con la experiencia espiritual del Fundador, tenemos que dejarnos conducir por el camino de la Palabra de Dios que él nos dejó en la introducción a las Reglas generales de 1844 y 1851 y en la Peregrinación de la Sagrada Familia[2].
Esta Palabra de Dios se ofrece a todos los miembros de la Familia para que, a través de la oración-contemplación, la “lectio divina”, el compartir y celebrar, podamos experimentar – como dice el Fundador – su “encanto” y “unción” y caminar hacia la “identificación con la Sagrada Familia para vivir de su vida y animarnos de su espíritu con celo y desasimiento – es decir, con amor sin límites”[3]
La manera de comprender, vivir y expresar hoy el “espíritu de Solo Dios” ha evolucionado y tiene que continuar evolucionando si queremos que sea “energía e impulso para la Misión”[4]. Las reflexiones y Retiros inter-vocacionales y comunitarios, iluminados por los temas que nos ofreció el “Equipo de Espiritualidad”, han sido un instrumento que, en clima de oración-contemplación y compartir, han abierto nuestra mente y corazón, para vivir y expresar, algunas dimensiones evangélicas inherentes a nuestro Carisma, de un modo diferente.[5]
La Eucaristía, es para nosotros un signo de la Presencia real de Jesús que nos bendice, “que une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a Él en feliz y plena adoración… es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado”.[6]
Cuanto más profunda sea nuestra identificación con el Carisma y cuanto más arraigados estemos en él, mayor será nuestro impacto en el mundo actual pues la misión nos es dada a través del Carisma.
El Consejo de la Familia de 2019 nos propone vivir todas las dimensiones que conlleva ser una “familia carismática” y a ser miembros por entero de la misma. Los tres compromisos que hemos asumido, orientarán nuestros proyectos y acciones comunes en los próximos años.
Celebrar
Celebramos la historia de Dios con nosotros en estos 200 años. No hemos caminado solos.
El Domingo de la Trinidad no es simplemente recordar una fecha, sino reavivar el espíritu de los orígenes y comprometernos con la razón de ser del Carisma en el mundo actual para ofrecer razones de vida y esperanza.
Es una celebración de acción de gracias y de compromiso con los valores evangélicos, tras las huellas de Jesús, María y José como nos propuso el Fundador.
Es celebración humilde y agradecida de todo lo que forma parte de nuestra historia, sin negar nada. Todo son eslabones que la unen y dan sentido.
Es vivir conscientemente la consigna que inspiró nuestra preparación al Bicentenario: “Vivamos la comunión. Celebremos la Familia”
Hacia el 3er. Centenario
“Seguid adelante” compartiendo con la Humanidad los mismos riesgos y peligros del viaje, nos dirían nuevamente el Fundador y los miembros de la Familia que nos han precedido.
El mundo después de esta pandemia no volverá a ser igual. Estamos ante un desafío real e inevitable. Tendremos que renunciar a la creencia de que la seguridad que nos viene de la “normalidad y el control” y experimentar que la verdadera seguridad solo puede venir de Dios, del cuidado mutuo y de la Creación.
El cambio vendrá por la “transformación de la conciencia” personal y colectiva pautada por un nuevo paradigma. No habrá cambio sin cambiarse. Es un movimiento simultaneo. ¿Estamos dispuestos a dar el paso decisivo del conocimiento teórico a la práctica de que somos interdependientes, interconectados… que somos UNO con Dios y con la Creación?
Que la mirada realista de las dificultades futuras que tendremos que enfrentar, no nos roben la esperanza. Que, con audacia apostólica y mirada profética, nos dejemos guiar por el Espíritu que siempre nos inspirará proyectos que respondan a las necesidades de los pobres y excluidos de la humanidad y al compromiso con el cuidado del planeta.
Caminemos en comunión con la Iglesia como hizo el Fundador. Secundemos y apliquemos el Magisterio del papa Francisco, atentos a sus acciones que hablan más alto que sus palabras.
Caminemos en comunión entre nosotros, respetando y apreciando nuestra diversidad vocacional. El sentido más fuerte de nuestra pertenencia la encontraremos siempre en el Carisma y en el Misión compartida.
No sabemos lo que nos deparará el 3er. siglo que estamos iniciando. Con confianza, lo abandonamos en las manos del Dios de la Promesa. Iremos por caminos que no conocemos de antemano, pero seguimos adelante con la certeza de que no caminamos solos porque Dios se manifiesta y está presente en los procesos de la Historia humana y de nuestra pequeña historia Sagrada Familia.
“Nuestra Señora de Todas las Gracias,
te pedimos que intercedas por nosotros y
nos ayudes a abrirnos al Espíritu de tu Hijo
y podamos ser instrumentos
para congregar a todos en un sola Familia. Amén”



Ana María ALCALDE
Presidente del Consejo de la Familia

Roma, 28 de mayo de 2020


[1] Papa Francisco, Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2019

[2] Los comentarios que encontramos en la Peregrinación, hay que comprenderlos teniendo en cuenta la Teología y la Espiritualidad de la época.
[3] Marie-Paule CHAUVIN, “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”- abril 2008 y
  M. Jesús AMUNDARAIN, “Punto de Encuentro 6”- septiembre 2019. pág. 35-51
[4] “Compromiso Colectivo”- Capítulo General del Instituto, 2014
[5] Materiales del Equipo de Espiritualidad del Instituto
[6] Papa Francisco - Carta Encíclica Laudato Sì, 236

NOTA de la CASA PROVINCIAL

Por
Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11, 25)

El Señor acaba de llamar a gozar de su paz a la 
hermana, MARGARITA VARGAS CABALLERO


Pertenecía a la comunidad de PINTO.
Descansó en el Señor, el día 27 de mayo de 2020.
Contaba con 83 años de edad.
Vivió 55 años su Consagración al Señor, al servicio del Reino.
Y sigue viviendo.

Sagrada Familia de Burdeos - Unidad de España

25 de mayo de 2020

COVID-19: Cuídense los unos a los otros

Por

Nuestro hombre arrogante anterior a la pandemia contrasta con algunas y frecuentes iniciativas donde emerge un  nuevo hombre atento, dispuesto a darse, entregarse en aras al bien común

Con este encabezamiento entre irónico y provocativo se esconde una reflexión sobre la pandemia que habla de unas conductas nuevas, de unos nuevos valores. Es esta una reflexión llena de generalizaciones que ha de ser tomada como lo que es: un relato que aspira a reflejar, metafóricamente, la emergencia de nuevas realidades esperanzadoras.
Veníamos de una sociedad individualista, cuando menos en apariencia, donde cada uno procuraba por su propio interés. Los otros estaban para satisfacer mis necesidades y este servicio era casi exigido pero muy poco valorado. Todos teníamos muchos derechos y pocos deberes y el dolor de los demás era sutilmente ignorado: un verdadero lastre.
Éramos duros y a veces intransigentes y la prisa, de nuestras cargadas agendas, impedía cualquier señal de gratitud pues podría ser percibida como una debilidad. El hombre occidental se sentía ufano de su ciencia, de su poder, de su tecnología. Aspiraba incluso a sueños como la humanidad mejorada que nos llevaría poco a poco a una cierta posthumanidad. Una posthumanidad de hombres perfectos casi inmortales.
Y de repente llega el Covid 19, la pandemia, el confinamiento. ¿Dónde está el poder de la ciencia, de la tecnología puntera de los algoritmos? Y la humanidad pasa a estar recluida en sus hogares luchando contra un virus sin soluciones inmediatas. ¿Y la inmortalidad del posthumanismo? Todo lo contrario: el virus nos lleva a una humanidad destronada, casi diría humillada.
Emerge tras el coronavirus un hombre frágil ante el patógeno. Y en esta guerra unos nuevos soldados que se dejan la vida. No son los tecnólogos futuristas ni los poderosos del mundo. Son los médicos y enfermeras de trinchera quiénes se enfrentan al enemigo.
Y detrás de ellos el personal de residencias geriátricas, y los transportistas de todas aquellas mercancías esenciales para llenar el súper y las tiendas, las farmacias que nos alimentan, curan y cuidan a través de sus dependientes en primera línea de fuego. Sin olvidar el colectivo que se ocupa de la seguridad, de la información, de la electricidad, etc. Y por supuesto el cuidado mutuo en cada familia.
Pero no todo funciona: emergen agujeros negros:  un sinnúmero de necesidades muy acuciantes a las que a veces no se puede llegar (soledad, penuria, aislamiento…). Pero siempre hay alguien, un colectivo, que es sensible a esta necesidad: es la solidaridad.  Si, la Solidaridad con mayúscula. Empieza a crecer una voluntad de ayuda en la población, no generalizable, pero sí muy destacada.
Algunos vándalos harán de las suyas saltándose los límites. Pero el cuidar al otro adquiere un cariz nuevo. Nos hemos de cuidar los unos a los otros en esta tribulación. Todos somos seres menesterosos, frágiles, quebradizos.
Puede que el corazón de algunos haya cambiado. Cuidar a los mayores, proveer material necesario, alimentar a los que ya, en el parón económico, necesitan comestibles. ¿Estamos entrando en una sociedad del cuidado? ¿Quizá en la línea de la ética del cuidado de Carol Gilligan? Desde luego solo en algunos planos, pero los informativos se hacen eco.
Solidaridad, servicio, cuidado. Actitudes que ayer parecían encabezadas solo por ingenuos que se fijaban en el bien del otro, y que hoy se consideran esenciales y valiosas. Algunos están comenzando a a valorar el cuidado como una de las tareas propiamente humanas. Servir, cuidar, confortar.
Habrá que hacer un repaso de todas las iniciativas que se están desplegando, porque nuestro hombre arrogante anterior a la pandemia contrasta con algunas y frecuentes iniciativas donde emerge un  nuevo hombre atento, dispuesto a darse, entregarse en aras al bien común.
La egolatría del máximo beneficio personal parece que abre una muy pequeña fisura para que se cuele un cierto humanismo de la apertura al otro. No desde luego en toda la sociedad, pero sí como signo, como una tendencia casi imperceptible pero real. Servir ya no es vergonzante, nos es solo tarea de enfermeras y dependientes que no tienen otra posibilidad de ganarse la vida.
Cuidar, servir: emergen como valores en una sociedad que estaba anestesiada por el lujo, el placer, la ostentación, el dominio del otro. Se decía: “tanto tienes, tanto vales”. Y si a partir de ahora se pudiera empezar a decir que “vales en función de tu capacidad de entrega”. Difícil, lo sé. En cualquier caso, parece ser que los que sirven son los nuevos héroes y los poderosos de siempre ya no son los únicos aplaudidos. Bienvenida esta solidaridad.
En economía se señala que las empresas buscan reputación de marca para posicionarse en el mercado y caer bien, gustar, atraer miradas y clientes. Ese es el nuevo mantra: anunciarse como empresa solidaria, servicial. La gratitud vende. Páginas enteras en los periódicos. Bienvenidos todos. La máxima evangélica cobra brío: cuidaros los unos a los otros.
No es la traducción exacta: será que estamos empezando en algunos a momentos a creer que el “amaros los unos a los otros” de Jesús tiene todavía para algún sentido y ha irrumpido en una sociedad que hasta ahora era un poco más fiel al cínico “usaros los unos a los otros”. ¿Es un espejismo?, o ¿se ha despertado la conciencia de muchos?
Ignasi de Bofarull | May 25, 2020

23 de mayo de 2020

NOTA DE LA CASA PROVINCIAL

Por
Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11, 25)

El Señor acaba de llamar a gozar de su paz a la 
hermana, EDELMIRA (TRINIDAD) PRADO PRADO


Pertenecía a la comunidad de FRÓMISTA.
Descansó en el Señor, el día 22 de mayo de 2020.
Contaba con 102 años de edad.
Vivió 82 años su Consagración al Señor, al servicio del Reino.
Y sigue viviendo.

Sagrada Familia de Burdeos - Unidad de España

Suspensión de la peregrinación a Martillac

Por
Buenas tardes.

Nos ponemos en contacto con vosotros para comunicaros oficialmente la suspensión de la peregrinación a Martillac de este verano.

Es algo que hemos consultado a todos los grupos y todos habéis estado unánimemente de acuerdo que en la situación actual no es la más propicia para plantear el viaje, aun suponiendo que para agosto pudieran estar autorizados los viajes.

En nuestro ánimo está volver a proponerla para el verano del 2021. Estamos al habla con la casa de Martillac. En cuanto nos confirmen fechas disponibles os volveremos a informar.

En cualquier caso estamos concretando los últimos detalles  para poder celebrar juntos la clausura del Bicentenario online. Cuando terminemos de perfilar los flecos, os enviaremos un correo con la fecha y el modo concreto de hacerlo juntos, como Familia.

Muchas gracias por vuestra comprensión y disponibilidad.


COMITÉ NACIONAL de LAICOS de ESPAÑA "Sé feliz haciendo felices a los demás".           Pedro Bienvenido Noailles 

22 de mayo de 2020

SEMINARIO WEB LAUDATO SI Y COVID-19

Por

21 de mayo de 2020

SEMINARIO WEB LAUDATO SI Y COVID-19

Por

PUERTAS CERRADAS,PUERTAS ABIERTAS

Por

Después de unos meses de pandemia en los que las noticias eran exclusivamente sobre temas de salud, ahora al comienzo de una tímida pero progresiva desescalada del confinamiento,el tema central es el económico, la terrible crisis que se avecina, las empresas que cierran, el aumento de los parados, etc
Las preguntas ahora miran al futuro, un futuro lleno de incógnitas sociales, económicas, políticas, científicas, tecnológicas, ecológicas y humanitarias: ¿hacia dónde vamos?¿qué futuro nos espera como familia, país y humanidad? ¿tiene sentido la vida ante tantos interrogantes?
Sobre la pandemia hemos sabido que la causa era un virus letal, pero ahora no sabemos hacia dónde vamos. Sociólogos, politólogos, economistas y pensadores nos ofrecen sus teorías sobre el futuro, con más interrogantes que certezas. Han desaparecido la utopía y el sueño de un futuro mejor.
Y así como en la primera fase muchos preguntaban a los creyentes si tenían una palabra de consuelo para superar el dolor y miedo, ahora nos preguntan si tenemos alguna palabra de esperanza de cara al futuro. ¿Dios nos ha abandonado en medio de la tormenta?¿Somos unos pobres náufragos sin saber ni de dónde venimos ni hacia dónde vamos?¿Tiene sentido esta vida?
La tradición judeo-cristiana no solo nos habla de un Dios creador de todas la cosas, sino ante todo de un DiosYahvé que estará siempre con su pueblo, un Dios de la historia, de la promesa, que lo libera de la opresión, un Dios que en Jesús entra en nuestra historia, se encarna y tiene un proyecto de vida, de filiación y fraternidad, en comunión con la naturaleza, que se llama el Reino de Dios. Y este Jesús muerto y, resucitado por nosotros, nos ha entregado su Espíritu, es un Dios- con-nosotros, que cuenta con nosotros para construir un mundo solidario y justo, de vida, donde vayamos transfigurando la realidad y la abramos al futuro de una nueva tierra, de una vida sin fin. Hay utopía, hay esperanza, hay sentido, aunque caminemos a veces en la oscuridad de la noche. Dios no nos abandona nunca.
Hay un texto de los Hechos de los apóstoles un tanto desconcertante. El Espíritu Santo no consiente que Pablo predique la Palabra ni en Asia ni en Bitinia. Pero aquella noche Pablo tiene la visión de un macedonio que le suplica que vaya a Macedonia a ayudarles. Pablo lo cuenta a sus compañeros y deciden embarcarse hacia Macedonia, Filipos, Atenas y finalmente a Roma (Hch 16,6-10).
El Espíritu les cerró las puertas a una predicación a comunidades de origen judío y les abrió puertas hacia los gentiles. Seguramente Pablo no entendió plenamente su vocación a los gentiles hasta el final de su vida, cuando estando en Roma les dice a los judíos que la salvación de Dios ha sido proclamada a los paganos (Hch 28,28). Y aquí se acaban los Hechos de los apóstoles.  
Intentando actualizar este texto podemos constatar que el Espíritu Santo hoy nos está cerrando puertas, no solo de comercios, hoteles, fábricas, escuelas, estadios y templos, sino a un tipo de sociedad, de economía, de política, de investigación y de ecología, que no generan vida, sino discriminación y violencia. El antropocentrismo tecnológico moderno y el sistema económico vigente provocan muerte y víctimas. No nos extrañe que el Espíritu cierre puertas y que esto nos produzca sensación de fracaso, incertidumbre sobre el futuro, caos y confusión.
Pero el Espíritu, aunque nos cueste aceptarlo, nos está abriendo otras puertas a otro posible mundo, con una economía solidaria, con prioridad de los pobres y descartados de la sociedad, un mundo más ecológico, más sencillo y participativo, que no invierta en armas sino en salud y educación, con trabajo y salarios dignos vitales para todos, un mundo más interconectado y pacífico, más cercano al proyecto del Reino de Dios.
Para los cristianos también se nos abre una puerta hacia una Iglesia no clerical ni patriarcal, sino a una vida cristiana con mayor participación creyente y comunitaria de todo el Pueblo de Dios, no encerrados en el templo sino formando una Iglesia en salida a las periferias, una Iglesia más fermento que cemento. No intentemos reabrir las puertas que el Espíritu nos ha cerrado.
Todo esto no es algo mágico, exige nuestra colaboración, creatividad, iniciativa y conversión para construir entre todos un mundo diferente, solidario y justo, para transfigurar esta realidad y abrirla a la nueva tierra, a una vida sin fin, el Reino de Dios.
¿Seremos capaces de discernir hoy en estas puertas que se cierran y se abren, un nuevo signo de los tiempos, una siempre nueva y sorpresiva acción del Espíritu del Señor?
Todo es gracia, hay Utopía en el horizonte, hay un Principio esperanza, esta virtud que es la más pequeña de las virtudes teologales, pero la que más agrada a Dios. En formulación de una mujer boliviana de un barrio popular de Cochabamba: “Diosito nos acompaña siempre”.

Víctor Codina sj

20 de mayo de 2020

COLABORACIÓN PROYECTO TÁNGER - CORONA VIRUS

Por
18 de mayo de 2020

Queridos asociados:

Ante todo esperamos que estéis bien de salud, tanto vosotros como vuestras
familias y estéis atravesando esta situación excepcional de la mejor manera
posible.
Para un cristiano Dios habla en todas y cada una de las situaciones de la
vida y quizá esta situación que estamos viviendo sea una llamada especial de
atención para un cambio de actitud, de comportamiento en nuestra vida, de
despertar nuestras conciencias para dar respuesta a los problemas que se nos
presentan.
Recordáis que ya hemos colaborado el año pasado con la Delegación
Diocesana de Migraciones del arzobispado de Tánger, con el dinero de la venta de
los bolsos que en principio se habían vendido para ayudar en la financiación del
viaje de los jóvenes a Martillac, pero como no pudo hacerse, se invirtió en
colaborar con este proyecto. También cada asociado aportó lo que pudo en ese
momento.
En este momento han escrito a todos sus colaboradores exponiendo la
situación por la que están pasando. Todos nos recluimos en casa, pero muchos
emigrantes no tienen dónde refugiarse y viven en la intemperie en asentamientos
periféricos o en los bosques. Incluso el que tiene una pequeña habitación la
comparte con cuatro o cinco personas, o tienen viviendas no habitables. Deben
salir a buscarse la vida, a pesar del contagio y la propagación del virus. El gobierno
marroquí está dando ayuda económica a trabajadores informales nacionales, pero
de esta ayuda quedan excluidos los migrantes.
La Delegación Diocesana de Migraciones tiene como misión ACOGER,
PROTEGER, PROMOVER E INTEGRAR a los migrantes. Y lo está haciendo,
entregando kits de alimentos básicos, de higiene y de protección, pagando
alquileres para que las personas puedan permanecer en sus casas, pero no dan
abasto. Las necesidades se multiplican día a día y por ello se ponen en contacto con
nosotros.
Uno de los compromisos que asumimos como Familia es responder juntos a
la llamada de Dios hoy y la realización de acciones visibles y concretas a favor de
nuestros hermanos como Familia y colaborando con otras personas. No podemos
cerrar los ojos y seguir como si nada estuviera pasando.
Por ello os informamos que el Comité Nacional ha decidido colaborar
nuevamente con este proyecto, en el que, por otra parte, también están
colaborando las apostólicas.
En un principio y dada la situación de urgencia, hemos decidido aportar
1000 euros de forma inmediata de la caja nacional. Además de eso, los grupos que
puedan y quieran colaborar pueden hacer su aportación extraordinaria en la
cuenta que teníamos para los proyectos del Bicentenario durante el mes de mayo y
la primera semana de junio en la cuenta de La Caixa.
Os recordamos que el número de cuenta es:
ES58 2100 1632 08 0100829648.
Indicando en el concepto: Para Tánger
Le pedimos a Jesús, María y José que nos sigan acompañando a lo largo de este
tiempo en nuestras necesidades, tanto personales como de grupo.

Un fuerte abrazo.

El Comité Nacional de Asociados Laicos

15 de mayo de 2020

SEMINARIO WEB LAUDATO SI Y COVID-19

Por
Ante la tragedia de las personas que agonizan y mueren solas por el Covid-19 no hay respuestas teóricas. Una cristiana/o, sabe que tiene que combatir el dolor y el sufrimiento injusto, como lo hizo Jesús de Nazaret. Pero este compromiso no es sólo fruto de la ética o de la voluntad. Brota de una espiritualidad del cuidado mutuo, dentro de la gran corriente de espiritualidad del cuidado de la “Casa Común”, que es la Tierra. Ese es el horizonte que presenta la encíclica Laudato Sí: nos alienta y motiva a dar una respuesta práctica, pero desde la hondura del encuentro con el Crucificado en el clamor de todos los crucificados de nuestros días. Especialmente en el de quienes mueren “dejados de la mano de Dios”, en completa soledad. ¿Cómo acompañar ese dolor y esa soledad de sus familias? La respuesta espiritual va acompañada por un compromiso humanizador y restaurador vivido como cariño, ternura y cuidado del doliente. Querida familia:
Desde el Equipo de Espiritualidad de Oharriz queremos informaros de este Seminario web que hemos organizado y que tendrá lugar el 23 de mayo de 2020, a las 18.00 h. Se inserta en la Semana Laudato Si’, de la que seguramente todas tendréis noticia, y será facilitado por Miguel Viguri, sacerdote de la Diócesis de Bilbao y profesor de la Universidad de Deusto y nuestra hermana Nely Vásquez.
La idea inicial era la de realizar una Jornada de Reflexión y Oración en nuestra Casa de Espiritualidad de Oharriz; la situación de esta terrible pandemia nos lo ha impedido, sin embargo, como los medios tecnológicos nos lo permiten, hemos podido adaptar esta Jornada a un formato de vídeo conferencia, lo cual nos alegra porque además de esta manera, podemos abrirnos y llegar a más personas no solo de aquí sino también más allá de nuestras fronteras.
Somos conscientes de que no siempre nos resulta fácil el manejo de estos medios y nuevas tecnologías, por ello, vamos a realizar una prueba previa de vídeo conferencia antes del  Seminario web para quienes estéis interesadas/os y así aprender el funcionamiento de la misma y plataforma que utilizaremos (Zoom) que ya os adelantamos, es muy sencillo. Quienes queráis participar en esta prueba y encuentro, solo tenéis que enviarnos un correo a info.oharriz@sfbint.org
La prueba será el sábado, 16 de mayo, a las 20.30 h. Una vez que recibamos vuestros correos, ese sábado mismo, os indicaremos las claves de acceso y explicaremos el sencillo proceso para poder vernos, oírnos y comunicarnos en directo, lo cual haremos en esa prueba. Os animamos a ello y a no perder la riqueza de este encuentro que nos posibilita el ser y hacer familia en esta situación.
Un abrazo grande, junto con nuestro mejor deseo de que todas y todos os encontréis bien.
El Equipo de Espiritualidad de Oharriz

7 de mayo de 2020

DE UNA IGLESIA SACRAMENTALISTA A UNA IGLESIA EVANGELIZADORA

Por
5 mayo 2020 · por Víctor Codina · en Iglesia
Víctor CodinaUnas de las consecuencias de la pandemia ha sido el cierre de todos los lugares de culto, de todas las iglesias y templos. También las bendiciones Urbi et Orbi de Francisco fueron ante una Plaza y una basílica de San Pedro vacías. Muchos auguraban una cuaresma y una Semana Santa muy pobre, sin celebraciones litúrgicas, sin Via crucis, ni pasos de procesiones.
Y, sin embargo, ha sido una Semana Santa sumamente profunda y rica, no solo por participar mediáticamente de las ceremonias, sino por algo más hondo: vivir de cerca la pasión del Señor en la pasión y el sufrimiento de los enfermos, lectura del evangelio y oración en familia, experimentar la ayuda a gente mayor solitaria y la colaboración a vecinos, aplausos a médicos, sanitarios, transportistas, trabajadores de farmacias y supermercados, a voluntarios que reparten comidas, etc. Los protagonistas de esta Semana Santa no han sido los curas, ni siquiera sus trasmisiones mediáticas, sino las familias, laicos y laicas, los y las jóvenes. Se ha promovido una Iglesia doméstica, en la que los laicos son protagonistas, donde han sido siempre los papás, no el párroco, quienes han enseñado a rezar a sus niños antes de ir a dormir. Donde hay dos o tres reunidos en nombre del Señor, Él está en medio de ellos.
Quizás muchos crean que este cierre de las iglesias ha sido solo un paréntesis pastoral y que pronto se volverá a la situación de antes. Otros, como el sociólogo y teólogo Tomás Halik, de Praga, afirman claramente que este es un tiempo favorable y de gracia, un kairósun signo de los tiempos, Dios nos quiere revelar algo.
¿Qué quiere decirnos Dios? Cada uno puede dar una respuesta personal, pero a nivel eclesial quizás podemos pensar que el Espíritu nos invita a pasar de una Iglesia sacramentalista y clerical a una Iglesia evangelizadora.
Iglesia sacramentalista sería la que se identifica tanto con los siete sacramentos que tiene el riesgo de considerar al clero como el protagonista de la Iglesia y al templo como su centro autorrefencial o propio, mientras margina a los laicos, descuida la evangelización, el anuncio la Palabra, la iniciación a la fe, la oración, la formación cristiana, sin formar una comunidad cristiana, ni un laicado de ciudadanos responsables y solidarios con los pobres y marginados. Muchos párrocos se angustian al ver que los sacramentos rápidamente disminuyen y sus fieles envejecen.
Iglesia evangelizadora es la que hace lo que hizo Jesús: anunciar la buena nueva del Reino de Dios, predicar, curar enfermos, comer con pecadores, dar de comer a hambrientos, liberar de toda opresión y esclavitud. Este era el programa de Jesús en la sinagoga de Nazaret: dar vista a los ciegos, liberar a los cautivos, evangelizar a los pobres, anunciar la gracia y la misericordia de Dios. En la última cena Jesús instituyó la eucaristía, pero el evangelio de Juan situó en la última cena el lavatorio de los pies y el mandamiento nuevo del amor fraterno, completando la dimensión litúrgica con la más existencial y evitar así que la eucaristía se convirtiese en un mero rito vacío.
No se trata de olvidar los sacramentos, sino de valorarlos como “signos sensibles y eficaces de la gracia”, pero siempre a la luz de la fe y de la Palabra, para que no se conviertan en magia y pasividad. Por esto, toda celebración sacramental viene precedida por la celebración de la Palabra; el Concilio Vaticano II afirma que la misión primera de los obispos y presbíteros consiste en anunciar la Palabra de Dios.
Ciertamente “la eucaristía hace la Iglesia”, sin eucaristía no hay Iglesia plenamente constituida, pero esta frase debe completarse con su contraparte: “la Iglesia hace la eucaristía”, es toda la comunidad, presidida por sus pastores, la que celebra la eucaristía, sin el tejido de una comunidad eclesial no habría eucaristía.
El Cardenal Jorge Bergoglio, en el cónclave de su elección como obispo de Roma, ofreció una original interpretación del texto de Apocalipsis 3,20, en el que el Señor llama a la puerta para que le abramos. Ordinariamente se entiende que el Señor quiere que le abramos la puerta para entrar en nuestra casa, pero Bergoglio dijo que lo que el Señor nos pide ahora es que le abramos la puerta y le dejemos salir a la calle.
Por esto Francisco habla de “una Iglesia en salida”, hacia las fronteras, hospital de campaña, que huela a oveja, que encuentre a Cristo en las heridas del pueblo y de la Iglesia, cuide nuestra casa común, callejee la fe, como María que fue a toda prisa a visitar a su prima Isabel. No se trata de convertir a la Iglesia en una ONG, pues la eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de Jesús, es la cumbre de la vida cristiana, pero solo se va a esta cumbre por el camino de fe y del seguimiento de Jesús.
A veces los poetas son quienes entienden mejor los misterios de la fe. Las reflexiones del poeta catalán Joan Maragall ante una iglesia quemada durante la Semana Trágica de Barcelona, el año 1909, pueden ser actuales. Cuando Maragall, acudió el domingo a una iglesia que había sido incendiada la semana anterior, escribió:
«Yo nunca había oído una Misa como aquella. La bóveda de la iglesia descalabrada, las paredes ahumadas y desconchadas, los altares destruidos, ausentes, sobre todo aquel gran vacío negro donde estuvo el altar mayor, el suelo invisible bajo el polvo de los escombros, ningún banco para sentarse, y todo el mundo de pie o arrodillado ante una mesa de madera con un crucifijo encima, y un torrente de sol entrando por el boquete de la bóveda, con una multitud de moscas bailando a la luz cruda que iluminaba toda la iglesia y hacía parecer que oíamos la Misa en plena calle…».
A Maragall, aquella misa, después de la violencia anticlerical de la Semana Trágica le pareció nueva, un rincón de las catacumbas de los primeros cristianos. Pensaba que la misa siempre debería ser así: una puerta abierta a los pobres, a los oprimidos, a los desesperados, para quienes fue fundada la Iglesia, y no cerrada ni enriquecida “amparada por los ricos y poderosos que vienen a adormecer su corazón en la paz de las tinieblas”. No hay que reedificar la iglesia quemada, ni ponerle puertas.
No puede establecerse un paralelismo fácil entre la Semana Trágica y la actual pandemia, pero es válida la intuición del poeta: no volvamos a edificar la iglesia de antes.
Cuando acabe la pandemia, no volvamos a restaurar la Iglesia sacramentalista del pasado, salgamos a la calle a evangelizar, sin proselitismos, para anunciar con alegría la buena noticia de Jesús a quienes no entran en el templo. Así tendrá sentido pleno celebrar en la comunidad cristiana la fracción del pan y los demás sacramentos.

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