Lunes V de Cuaresma
16° de confinamiento
"¿Nadie te ha condenado? ... Vete y no peques más..."
Éstas palabras de Jesús hoy resuenan más que nunca en nuestro
interior y adquieren un nuevo significado... En este retiro forzoso en
el que nos encontramos tenemos oportunidad de rebajar el ritmo frenético
al que nos veíamos sometidas no hace mucho tiempo
y al que achacábamos casi el origen de todos los males que nos
atenazaban... ¿Cuántas veces no hemos pedido un receso? Ahora el mundo
se ha paralizado casi por completo, casi de repente... Y todo con
grandes dosis de perplejidad, angustia y temor... Pero aún
así tenemos una magnífica oportunidad para retomar el cuidado de
nuestro interior, de nuestro ser en definitiva... Nos acordamos de Dios y
aún en medio de la agonía podemos ir haciéndonos preguntas y
acercándonos a un Dios que no quiere la muerte del pecador
sino que se convierta y que viva... ¡Qué vivamos en definitiva! Y sólo
Él es camino, verdad y vida... ¿Cuántas veces no nos hemos sentido
"apresados" por la horda injusta que condena sin juicio que ejecuta
antes de interesarse si quiera por las circunstancias
que concurren en cada cotidianeidad? O, incluso, ¿Cuántas veces por
ocultar nuestra propia miseria, inquisitivamente no hemos señalado
nosotros mismos a quienes si quiera tuvieron culpa? ¡Curiosa condición
humana la nuestra que cuando nos sentimos amenazados
o no entendemos algo hacemos lo imposible para "escapar" lo mejor
posible!
Pero encontrarnos de bruces con el Señor como nos está pasando
ahora, no deja de ser liberador y muy esclarecedor... ¡Incluso muy a
pesar de las actitudes condenatorias con las que podamos ir a su
encuentro! Pero el Señor no condena... Entiende nuestra
debilidad (Él mismo no se la ahorró), y vino al mundo para que
precisamente esa "debilidad" no nos venza... A veces en la búsqueda de
lo que nos identifica y de la plenitud de nuestro ser, en la búsqueda
del sentido de la vida, en la búsqueda del amor llegamos
a cometer muchos errores, a veces sin importancia, otras veces
descomunales... Nos vemos afectados por la debilidad que no queremos ver
y nos humilla, y que nos sume en la oscuridad, pero el Amor de Cristo
no condena, es un amor cálido que nos alumbra en la
búsqueda, que nos justifica y nos da plenitud...
Cuando tomamos conciencia de ello asumimos con dolor nuestro
equívoco, las veces que no asumimos nuestra debilidad, las veces que nos
puede la soberbia, las veces que quitamos a Dios y colocamos una
ideología y ponemos en jaque la fe... Pero ahí está Dios
que nos dice "yo tampoco te condeno, vete y no peques más". Perdonados
como lo estamos, fruto del amor de Dios, ¿Seremos capaces de vivir como
perdonados/amados de Dios? ¿Nos atreveremos a recibir, aceptar e
integrar ese perdón de Dios en nuestra vida? ¿Pondremos
en práctica, como parte integrante del mandato del amor fraterno, el
perdón restaurador y planificador hacia el hermano? Siendo nosotros
llamados a ser Amor de Solo Dios con los hermanos, ¡seamos también
bálsamo, consuelo y perdón para los demás!