Domingo IV de Cuaresma
15° de confinamiento
Acabamos un domingo más, pero no uno cualquiera, es nuestro segundo
domingo confinados, atrapados en una situación no buscada y en que lo
heroico es permanecer y perseverar en la intimidad; un segundo domingo
de confinamiento en que lo que era impensable
hace no tanto tiempo se va haciendo rutina y en que la necesidad de
vivir se va arraigando más que nunca entre nuestros miedos y
sufrimientos que parecieron instalarse alevosamente y con fuerza cuando
todo ésto dio a su comienzo... ¡Curiosa Cuaresma que nos
hace viajar a lo más recóndito del alma para reconciliarnos con
nosotros mismos y encaminarnos con paso firme a la vida plena,
resucitada y resucitadora! Hoy es la vida la que celebramos, cada
segundo, cada minuto, cada hora... En todo momento estamos llamados
a vivir en plenitud, como magnífico pórtico de entrada a la eternidad
divina que es la meta hacia la que nos encaminamos y que hemos de vivir
en nuestro día a día... ¡Y ahora más unidos que nunca!, conscientes de
la complementariedad que nos enriquece y nos
hace más imagen del Dios de la VIDA, del Dios del amor... ¡Y vemos cómo
todo es vida en Solo Dios! Desde los segundos interminables del tedio
mal llevado, hasta en la levedad de los momentos de solaz y alegría,
pasando incluso por los tensos y agónicos momentos
que parecen pasar más lentos de lo que quisiéramos... Todo es vida, y
por todo hemos de agradecer!
Hoy contemplamos el misterio de la vida que triunfa sobre la muerte
y cómo la muerte tanto más valor tiene cuanto más permitimos que nos
robe vida. Está claro que no estaremos aquí ni un segundo más de lo que
nos toca vivir, pero aún así el miedo nos ensombrece
y hace que la vida nos quede mutilada... Como enfermos nos arrastramos
enquistados en nuestro lamento y dejamos poco espacio a la confianza en
Dios... Cómo pasó en Betania ante los enrojecidos ojos de los que
lloraban al bueno de Lázaro... Aquellas lágrimas
desoladoras ocultaron las lágrimas del mismo Jesús que sufriendo con
aquellos amigos suyos la muerte del amigo amado quiso mostrar aún así
que para él nada es imposible y que la muerte en él no manda.
Quizá nosotros estemos no ya en las actitudes de rencor, recelo y
reproche de la multitud de Betania sino en la posición de Lázaro...
Muertos en vida! Ante esto, ante esta situación podemos caer en el
estéril derrotismo o dejarnos en la presencia de Dios,
de su amor y de su vida... "A ti te lo digo! Sal de la tumba y vive!"
Hoy necesitamos salir de la tumba sórdida y traidora y vivir sin
ambage, superando esta cárcel que limita y nos humilla... dejando libre
el alma que busca a su Dios, y a Dios en los hermanos y su creación!
Seremos pues capaces de buscar la libertad? Nuestra
libertad? La libertad verdadera? Nos atreveremos a ser plenamente
libres, plenamente vivos, enraizados en amor que se entrega? Cómo romper
tanta cadena inútil y ruin que nos ata a lo que no es vida?
Sólo en amor verdadero (el que se parte y reparte) hallaremos vida y libertad.
Vuestro: Rv. Sr. D. Félix Élez Talaván - Pbo. S.F.B
Diócesis de Plasencia