Lucernario Pascual-Bautismal
En un lugar adecuado
de la casa congregados se pone un cirio que se mantiene
apagado hasta que la celebración indique su encendido.
INTRODUCCIÓN
Guía:
En el nombre
del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén
MONICIÓN INICIAL
Lector:
En esta noche santa,
en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte
a la vida, la Iglesia invita a sus hijos a que se reúnan para velar en oración.
Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su palabra, podremos esperar
tener parte en su triunfo
sobre la muerte y vivir con Él en Dios.
BENDICIÓN Y ENCENDIDO
DEL CIRIO
Ahora se coge el cirio y se graba una cruz inscribiendo el año en curso y las letras griegas Ἁ y Ὡ. Después de enciende.
Guía:
Te ofrecemos, Señor, la figura de este brillante cirio, encendido con el fuego divino, por el cual tú mandaste,
según tu voluntad,
que fuese creada toda la materia.
Y
al ofrecértelo, lo encendemos
con nuestras indignas
manos, rogando a tu bondad que, con el soplo de tu Espíritu
Santo, que en otro tiempo apareció en figura de fuego brillante
y ardiente dando a los corazones de tus Apóstoles
el don de lenguas,
te dignes bendecirlo y santificarlo.
Y, así como este potente cirio mata con su penetrante luz las tinieblas de la noche, y resplandece ante los ojos de tu devotísimo pueblo, así también nosotros,
llenos de la luz de tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, brillemos interiormente y borrada
la oscuridad de nuestros pecados, persevere en nosotros la luz de la fe sobrenatural.
Todos: Amén.
Todos: La luz de Cristo, que resucita
glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
PREGÓN PASCUAL
Guía:
Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas
anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor
del
Rey eterno, se sienta libre de la
tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre
la Iglesia,
revestida de luz tan brillante; resuene
este templo con las aclamaciones del pueblo.
En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la
deuda de Adán y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra
las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en
que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a
pie el mar Rojo.
Ésta es la noche en
que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche en
que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de
la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia y
son agregados a los santos.
Ésta es la noche en
que, rotas las cadenas de la
muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.
¡Qué asombroso beneficio de tu amor
por nosotros!
¡Qué incomparable
ternura y caridad! ¡Para rescatar
al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que
ha sido borrado por
la muerte de
Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
Y así, esta noche santa ahuyenta
los
pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes.
¡Qué noche tan dichosa en que
se
une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!
En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te
ofrece por medio de
sus
ministros en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.
Te rogarnos,
Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche.
Y, como ofrenda agradable, se asocie
a las lumbreras del cielo. Que
el lucero matinal
lo encuentre ardiendo, ese lucero que
no
conoce
ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir
del
sepulcro, brilla sereno para
el linaje humano,
y vive y reina por
los
siglos de los siglos.
Todos: Amén.
ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
Lector:
Del libro del Génesis Gn 1, 1. 26-31a
Todos: Demos gracias a Dios
Lector:
AL PRINCIPIO creó Dios el cielo y la tierra. Dijo Dios: «Hagamos al hombre
a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles
de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios
lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo;
y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra
y sometedla; dominad
los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que
se mueven sobre
la tierra».
Y
dijo Dios: «Mirad, os entrego
todas las hierbas que engendran
semilla sobre
la superficie
de la tierra y todos los árboles
frutales que engendran semilla: os servirán
de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento
a todas las fieras
de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra
y a
todo ser que respira».
Y así fue. Vio Dios todo lo que
había hecho, y era muy
bueno.
Todos: Amén
Guía:
OH, Dios,
que admirablemente creaste al hombre
y de modo más admirable
aún
lo redimiste: concédenos resistir
sabiamente
a los atractivos del pecado para
alcanzar la eterna alegría. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén
Lector: Del libro del Éxodo Ex 14,
15 – 15,1a
Todos: Demos gracias a Dios
Lector:
EN AQUELLOS
DÍAS, el Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando
a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.
1Y tú, alza tu cayado,
extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios
se obstinen y entren detrás
de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón,
de sus carros y de sus jinetes».
Se puso en marcha el ángel del Señor,
que iba al frente del ejército
de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de
nube, que iba delante de ellos,
se desplazó y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios
y el campamento de Israel.
La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos
pudieran aproximarse el uno al otro.
Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse
el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las
aguas. Los hijos de Israel entraron
en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían
de muralla a derecha
e izquierda. Los egipcios
los persiguieron y entraron
tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes. Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y
humo
hacia el ejército de los egipcios
y sembró el pánico en el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus carros,
haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron: «Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra
Egipto». Luego dijo el Señor a Moisés:
«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios,
sus carros y sus jinetes». Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar
el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida,
toparon con las aguas.
Así precipitó el Señor a los egipcios
en medio del mar. Las aguas volvieron y cubrieron
los carros, los jinetes y todo el ejército
del faraón, que había entrado
en el mar. Ni uno solo se salvó. Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras
las aguas hacían de muralla
a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto,
e Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla
del mar. Vio, pues, Israel la mano potente
que el Señor había desplegado
contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés,
su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de
Israel entonaron este
canto al Señor:
Todos: «Cantaré al Señor,
gloriosa es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder
es el Señor, Él fue
mi
salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres:
yo lo ensalzaré. El Señor
es
un guerrero,
su
nombre es “El Señor”.
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar
Rojo a sus mejores capitanes. Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra,
Señor, es magnífica en poder, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
Tu gran majestad destruye al adversario, arde tu furor
y los devora como paja.
Al soplo de tu nariz,
se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo:
“Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada,
los agarrará mi mano”.
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en
las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor,
entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas? Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste
con
tu poder hasta tu santa morada. Lo oyeron los pueblos y temblaron, el terror se apoderó de los habitantes de Filistea. Se turbaron los príncipes de Edón, los jefes de Moab se estremecieron, flaquearon todos los habitantes de
Canaán. Espanto y pavor
los
asaltaron,
la grandeza de tu brazo los dejó petrificados, mientras pasaba
tu
pueblo, Señor, mientras pasaba el pueblo que adquiriste. Lo introduces y lo plantas en el monte
de tu heredad, lugar del que
hiciste tu trono,
Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre
jamás».
TAMBIÉN ahora, Señor,
vemos brillar tus antiguas maravillas y, lo mismo que
en
otro tiempo manifestabas tu poder
al
librar a un solo pueblo
de la persecución del Faraón, hoy aseguras
la salvación
de todas las naciones,
haciéndolas renacer por las aguas del bautismo;
te pedimos que
los hombres
del mundo entero lleguen
a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén
Lector:
Del libro del profeta Isaías Is 55, 1-11
Todos: Demos gracias a Dios
Lector:
ESTO DICE EL SEÑOR: oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta
y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme
atentos y comeréis
bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: | escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros una alianza
perpetua, las misericordias firmes hechas a David: lo
hice mi testigo para los pueblos,
guía y soberano
de naciones. Tú llamarás
a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu Dios, el Santo de
Israel te glorifica.
Buscad al Señor mientras
se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca.
Que el malvado abandone su camino,
y el malhechor sus planes; que se convierta
al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros
planes, vuestros caminos no son mis caminos
—oráculo del Señor—.
Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos
de los vuestros,
y mis planes
de vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá
sino después de empapar
la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá
mi deseo y llevará
a cabo mi encargo.
Todos: Amén
Guía: DIOS todopoderoso y eterno,
esperanza única del mundo,
que anunciaste por la voz
de tus profetas
los
misterios de
los
tiempos presentes,
atiende complacido los deseos de tu pueblo,
porque ninguno de tus fieles
puede progresar en virtud
sin la inspiración de
tu
gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén
CANTO DEL ALELUYA
Guía: Con gozo y alegría entonados el Aleluya.
R/. Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Lector:
Dad gracias al Señor porque
es bueno, porque
es eterna su misericordia. Diga la casa
de Israel: eterna
es
su misericordia. R/.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor
quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
R/.
EVANGELIO
Lector:
X Del Evangelio según san Mateo Mt 28, 1-10
PASADO EL SÁBADO, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena
y la otra María a ver el sepulcro.
Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando
del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto
era de relámpago y su vestido blanco como la nieve;
los centinelas temblaron de miedo y quedaron
como muertos.
El ángel habló a las mujeres:
«Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos
y va por delante
de vosotros a Galilea.
Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon
a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría
corrieron a anunciarlo
a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron
los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar
a mis hermanos
que vayan a Galilea;
allí me verán».
Palabra del Señor.
Todos: Gloria a ti, Señor Jesús
Se puede hacer ahora un canto
de aleluya
o gloria.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS
DEL BAUTISMO
Guía:
Por el Misterio
pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo,
para que
vivamos una
vida nueva.
Por eso
ahora renovemos
las promesas bautismales que
en otro tiempo hicieron por
nosotros nuestros padres y padrinos.
Todos:
Renuncio al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios; a todas las seducciones del mal para que no domine en mí el pecado; a Satanás,
padre y príncipe del pecado.
Creo en Dios,
Padre todopoderoso, creado del cielo y de
la tierra.
Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucito de entre los muertos
y está sentado
a la derecha
del Padre.
Creo en el Espíritu
Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión
de los santos,
en el perdón
de los pecados,
en la resurrección de la carne y en la vida eterna.
Guía:
Este es nuestra
fe, la fe de la Iglesia que
nos
gloriamos en profesar.
PETICIONES
Guía:
Por medio de Jesucristo, el Seño, resucitado de la muerte por el poder del
Espíritu Santo, dirigimos en esta
santa noche nuestras súplicas al Padre.
Lector:
—Por todos los que, reunidos en asamblea por todo el mundo, renuevan esta
noche su adhesión a
Cristo Jesús, roguemos
al Señor.
—Por los catecúmenos que, iluminados
con la luz de Cristo,
se incorporan esta noche a la Iglesia
por los sacramentos de la iniciación cristiana, roguemos al Señor.
—Por el Papa, por nuestro Obispo, por todos los obispos,
sacerdotes, diáconos y demás ministros
de la Iglesia, roguemos al Señor.
—Por el rey, por el gobierno de nuestro
país, por los gobernantes de todos los pueblos y naciones, roguemos al Señor.
—Por toda la humanidad que, rescatada en Cristo de la muerte,
todavía sufre
en la espera de su plena liberación, roguemos al Señor.
—Por nosotros
que, renacidos del agua y del Espíritu,
nos disponemos a participar en el banquete de la Pascua y queremos
vivir en plenitud el misterio pascual,
roguemos al Señor.
Se puede
añadir alguna petición mas
que se desee
Todos: Padre Nuestro…
ORACIÓN FINAL
Guía:
OH, Dios,
que has iluminado
esta noche santísima con la gloria de
la resurrección del Señor, aviva
en
tu Iglesia
el
espíritu de la
adopción filial,
para que, renovados en cuerpos
y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
CONCLUSIÓN
Guía: Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy
celebramos y, compasivo, os defienda de toda asechanza
del pecado. ¡Aleluya!,
¡Aleluya!
Todos: Demos gracias a Dios. ¡Aleluya!, ¡Aleluya!