Y también recordamos la ingenua
alegría de estos migrantes africanos al saber que España los recibiría:
sonreían y cantaban felices, sin darse cuenta de lo que les esperaba: tras
aplausos, cuidados médicos e
investigación policial, se esconde un futuro incierto: ¿estatuto de refugiados?
¿traslado a Francia? ¿encerramiento en los inhumanos Centros de internación de
extranjeros CIE?¿repatriación a sus países de origen?
Todo el mundo estos días ha invocado
las razones humanitarias por las que debían
ser acogidos estos migrantes y se ha criticado la crueldad de los que han cerrado sus puertos al
Aquarius, incluso comparando esta actitud con
la crueldad del nazismo y el juicio de Nüremberg…
Pero lo que hay que preguntarse es
cuáles son las causas de esta huida de sus países africanos. Más allá de la
pobreza, de gobiernos ineptos y corruptos y de guerras civiles, hay que
recordar que la actual situación dramática de Áfricas es consecuencia, en gran
parte, de la colonización de países europeos, Gran Bretaña, Francia, Bélgica,
Holanda, España, Portugal, Alemania, Italia, prolongada por la actual actuación
de empresas multinacionales que explotan recursos naturales, materias primas,
gas, petróleo, oro, fosfatos, minerales, diamantes, coltán para los móviles,
etc.
Es lo que el lúcido economista y sociólogo
Luis de Sebastián formuló gráficamente al titular uno de sus libros “África,
pecado de Europa” .Y explicaba que habló de “pecado”, para que constase que la
actuación de Europa en África exigía una reparación.
No se trata simplemente de humanidad y
compasión ante los migrantes, sino de justicia y de exigencia de reparación. Gran
parte de la actual riqueza europea es fruto de sus antiguas colonias africanas,
asiáticas y americanas, es una riqueza manchada con sangre inocente.
Quienes nos adherimos por la fe a la tradición judeo-cristiana no
podemos olvidar la interpelación de Dios a Caín, que aparece al comienzo de la
Biblia: “Caín ¿Qué has hecho de tu hermano?”. Tampoco podemos olvidar que la
viuda, el huérfano y el forastero eran los predilectos de Dios, según la
predicación profética de Israel. Y que
en el juicio final se nos
preguntará si hemos acogido en nuestra
casa al forastero peregrino, porque
aunque no lo sabíamos, en él estaba presente el Señor Jesús.
Aquarius puede quedar como símbolo de
la cruel inhumanidad de nuestro mundo, pero también como expresión de la
indignación de muchas personas de buena voluntad y del deseo sincero de construir un mundo diferente, más justo y más
humano.
Víctor Codina