29 de mayo de 2020

¡¡¡¡¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS !!!!!!!

Por

¡Alaben al Señor en todas las naciones,
y festéjenlo todos los pueblos!
Pues su amor hacia nosotros es grande,
y su fidelidad es para siempre.
(Sl 117)


A los miembros de la Sagrada Familia de Burdeos
200 años de la Fundación

Queridos hermanos y hermanas,
Me dirijo a vosotros cuando estamos viviendo una situación inédita, imprevista, dramática y global, provocada por la pandemia del COVID -19. En este contexto, que jamás hubiésemos imaginado, nos estamos acercando al Domingo de la Trinidad, en que celebramos 200 años de la Fundación.
Estamos viviendo “la ley común” como el Fundador nos propuso, al compartir con toda la Humanidad, la vulnerabilidad, el dolor y la incertidumbre del presente y ante el futuro.
Nuestra civilización ya estaba en crisis y la pandemia, de golpe, nos ha obligado a tomar conciencia de manera radical que no somos tan “omnipotentes” como pensábamos, que no controlamos la vida, que vivimos apoyados en falsas seguridades…
Esta pandemia ha puesto en evidencia otras pandemias más antiguas y letales que continúan generando muerte, pero que nos dejan indiferentes porque hasta ahora, no las consideramos una amenaza para nosotros.
Estamos perplejos. No tenemos respuestas. Necesitaremos tomar más distancia de la experiencia para releerla, sacar sabias enseñanzas y decidir hacia dónde queremos caminar como humanidad para poner en marcha una “normalidad” que no se parezca a la anterior.
Al inicio de la Fundación, la realidad también era confusa y desafiante por otras causas. No obstante, nada de esto paralizó al Fundador y a los primeros miembros, a la hora de vivir y proponer el Carisma recibido. Al contrario, estaban convencidos de que era la respuesta innovadora y creativa de Dios a las necesidades de la sociedad de aquel tiempo.
Ojalá nosotros no nos dejemos amedrentar ante los desafíos de nuestro tiempo. Ahora es “el tiempo favorable” para vivir con profundidad y responsabilidad nuestro Carisma-Misión.
Durante tres años nos hemos preparado para la celebración del Bicentenario, recorriendo un camino de conversión.
Comenzamos el proceso haciendo memoria de nuestros orígenes. Hacer “memoria” no es recordar con nostalgia un pasado cada vez más distante sino actualizar el significado que este acontecimiento histórico de la Fundación, tiene ahora para nosotros. El papa Francisco dice: “Es preciso valorizar la historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por ello pueda ser fecundo. Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo. La memoria no es estática, es dinámica. Por su naturaleza, implica movimiento”. [1]
¡Qué diferente es nuestro contexto socio-político-religioso de aquel en que nació la Sagrada Familia hace 200 años!  Estamos viviendo otra época con cambios profundos, imparables, vertiginosos, cuyas consecuencias, agravadas y aceleradas por el Covid -19, no podemos ni imaginar.
Cuando la realidad cambia, las respuestas también tienen que cambiar para mantener la vitalidad del grupo según su razón de ser y responder a las necesidades y desafíos de la Misión en cada época. Estos cambios, generalmente difíciles y lentos, pueden generar inseguridad, miedo, incertidumbre, etc.  pero ayudan a discernir lo esencial y a relativizar aspectos secundarios.
Cada generación tiene la responsabilidad de releer, desde su contexto cultural, el Carisma que ha recibido y recrearlo para que continúe siendo fuente de sentido para las generaciones futuras.  
Nuestra generación está viviendo el proceso de renovación/revitalización del Carisma, sin banalizar el legado espiritual recibido para no perder la propia identidad carismática, por un lado, y por otro, lo hacemos escuchando y discerniendo, desde la fe, las llamadas urgentes de esta época. Lo que no se renueva se muere.
¡Qué diferente es el rostro que tiene la Sagrada Familia actualmente!  Somos “un cuerpo” más multicultural, multi-étnico, multi-lingüístico, más internacional... Nuestra mentalidad, nuestra cosmovisión del mundo, la manera de relacionarnos entre nosotros y con la Creación, nuestra imagen de Dios… es muy diferente de la que tuvieron las generaciones que nos han precedido.
No somos ni mejores ni peores que ellos y nuestro tiempo no es mejor ni peor que el suyo. Es diferente, más complejo seguramente pero todo tiempo es tiempo de Dios. Tiempo de Salvación. Cada época tiene sus valores y contravalores, sus oportunidades y riesgos. Cada generación, tiene que afrontar desafíos específicos y responderlos, dejándose conducir por el Espíritu que siempre susurra caminos de conversión para responder con mayor fidelidad. Esto es crucial.
Que la memoria de nuestra pequeña historia, dentro de la gran Historia del Universo, sea una memoria viva, actualizada y nueva que nos impulse a continuar viviendo nuestra razón de ser y a abrir en el presente, nuevos caminos para la Misión de Dios en el mundo, según nuestro Carisma.
La segunda etapa del proceso de preparación al Bicentenario ha sido profundizar nuestro Carisma. Reapropiarnos del don recibido como Familia.
No podemos comprender el Carisma recibido, a través de Pedro Bienvenido Noailles, sin ir a su experiencia fundante, la contemplación del Misterio de la Sagrada Familia: Jesús, María y José que, en todas las circunstancias de su vida, “aman, buscan y desean a Solo Dios en todas las cosas”. Es “el espíritu de Solo Dios”.
Para sintonizar profundamente con la experiencia espiritual del Fundador, tenemos que dejarnos conducir por el camino de la Palabra de Dios que él nos dejó en la introducción a las Reglas generales de 1844 y 1851 y en la Peregrinación de la Sagrada Familia[2].
Esta Palabra de Dios se ofrece a todos los miembros de la Familia para que, a través de la oración-contemplación, la “lectio divina”, el compartir y celebrar, podamos experimentar – como dice el Fundador – su “encanto” y “unción” y caminar hacia la “identificación con la Sagrada Familia para vivir de su vida y animarnos de su espíritu con celo y desasimiento – es decir, con amor sin límites”[3]
La manera de comprender, vivir y expresar hoy el “espíritu de Solo Dios” ha evolucionado y tiene que continuar evolucionando si queremos que sea “energía e impulso para la Misión”[4]. Las reflexiones y Retiros inter-vocacionales y comunitarios, iluminados por los temas que nos ofreció el “Equipo de Espiritualidad”, han sido un instrumento que, en clima de oración-contemplación y compartir, han abierto nuestra mente y corazón, para vivir y expresar, algunas dimensiones evangélicas inherentes a nuestro Carisma, de un modo diferente.[5]
La Eucaristía, es para nosotros un signo de la Presencia real de Jesús que nos bendice, “que une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a Él en feliz y plena adoración… es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado”.[6]
Cuanto más profunda sea nuestra identificación con el Carisma y cuanto más arraigados estemos en él, mayor será nuestro impacto en el mundo actual pues la misión nos es dada a través del Carisma.
El Consejo de la Familia de 2019 nos propone vivir todas las dimensiones que conlleva ser una “familia carismática” y a ser miembros por entero de la misma. Los tres compromisos que hemos asumido, orientarán nuestros proyectos y acciones comunes en los próximos años.
Celebrar
Celebramos la historia de Dios con nosotros en estos 200 años. No hemos caminado solos.
El Domingo de la Trinidad no es simplemente recordar una fecha, sino reavivar el espíritu de los orígenes y comprometernos con la razón de ser del Carisma en el mundo actual para ofrecer razones de vida y esperanza.
Es una celebración de acción de gracias y de compromiso con los valores evangélicos, tras las huellas de Jesús, María y José como nos propuso el Fundador.
Es celebración humilde y agradecida de todo lo que forma parte de nuestra historia, sin negar nada. Todo son eslabones que la unen y dan sentido.
Es vivir conscientemente la consigna que inspiró nuestra preparación al Bicentenario: “Vivamos la comunión. Celebremos la Familia”
Hacia el 3er. Centenario
“Seguid adelante” compartiendo con la Humanidad los mismos riesgos y peligros del viaje, nos dirían nuevamente el Fundador y los miembros de la Familia que nos han precedido.
El mundo después de esta pandemia no volverá a ser igual. Estamos ante un desafío real e inevitable. Tendremos que renunciar a la creencia de que la seguridad que nos viene de la “normalidad y el control” y experimentar que la verdadera seguridad solo puede venir de Dios, del cuidado mutuo y de la Creación.
El cambio vendrá por la “transformación de la conciencia” personal y colectiva pautada por un nuevo paradigma. No habrá cambio sin cambiarse. Es un movimiento simultaneo. ¿Estamos dispuestos a dar el paso decisivo del conocimiento teórico a la práctica de que somos interdependientes, interconectados… que somos UNO con Dios y con la Creación?
Que la mirada realista de las dificultades futuras que tendremos que enfrentar, no nos roben la esperanza. Que, con audacia apostólica y mirada profética, nos dejemos guiar por el Espíritu que siempre nos inspirará proyectos que respondan a las necesidades de los pobres y excluidos de la humanidad y al compromiso con el cuidado del planeta.
Caminemos en comunión con la Iglesia como hizo el Fundador. Secundemos y apliquemos el Magisterio del papa Francisco, atentos a sus acciones que hablan más alto que sus palabras.
Caminemos en comunión entre nosotros, respetando y apreciando nuestra diversidad vocacional. El sentido más fuerte de nuestra pertenencia la encontraremos siempre en el Carisma y en el Misión compartida.
No sabemos lo que nos deparará el 3er. siglo que estamos iniciando. Con confianza, lo abandonamos en las manos del Dios de la Promesa. Iremos por caminos que no conocemos de antemano, pero seguimos adelante con la certeza de que no caminamos solos porque Dios se manifiesta y está presente en los procesos de la Historia humana y de nuestra pequeña historia Sagrada Familia.
“Nuestra Señora de Todas las Gracias,
te pedimos que intercedas por nosotros y
nos ayudes a abrirnos al Espíritu de tu Hijo
y podamos ser instrumentos
para congregar a todos en un sola Familia. Amén”



Ana María ALCALDE
Presidente del Consejo de la Familia

Roma, 28 de mayo de 2020


[1] Papa Francisco, Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2019

[2] Los comentarios que encontramos en la Peregrinación, hay que comprenderlos teniendo en cuenta la Teología y la Espiritualidad de la época.
[3] Marie-Paule CHAUVIN, “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”- abril 2008 y
  M. Jesús AMUNDARAIN, “Punto de Encuentro 6”- septiembre 2019. pág. 35-51
[4] “Compromiso Colectivo”- Capítulo General del Instituto, 2014
[5] Materiales del Equipo de Espiritualidad del Instituto
[6] Papa Francisco - Carta Encíclica Laudato Sì, 236

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