16 de marzo de 2022
UCRANIA EN CASA
¡Qué experiencia! No es lo mismo ver en la tele o escuchar en la radio las noticias de
Ucrania, que acoger a la gente de ese país entre nosotras y estrecharnos en un abrazo
bañado en lágrimas. Nadie se acordó del Covid, porque nos habían contagiado su dolor y
sufrimiento que era superior a todo virus. ¡Qué encuentro más gozoso, por una parte, por
tener esta oportunidad de compartir con ellos, y qué doloroso, por otra parte, al ver a
nuestros hermanos llorando y sufriendo las consecuencias de esta cruel guerra.
Pues, ¿qué hemos vivido? Ayer, 12 de marzo, sábado, nos dijeron que se nos pedía acoger a
un grupo de ucranianos que iban de camino hacia Tarazona y necesitaban hacer noche en
algún lugar. Primero se nos comunicó que llegarían a cenar, dormir y desayunar. Más tarde
avisaron que tuvieron que parar varias veces durante el viaje y se retrasaban mucho y
cenarían en el camino en tierra francesa.
Los seminaristas y algunas de nosotras nos ofrecimos a esperarles. Las doce, la una, las
tres… (Nos dio tiempo para jugar varias partidas de Rumi, pasatiempos, etc.); a las cuatro
sonó el teléfono avisando que estaban ya cerca.
Últimamente se han hecho muchas obras en el Seminario y han habilitado dos alas del
edificio donde han sacado cerca de treinta habitaciones; unas están habitadas por los
seminaristas pero 23 están de momento sin un destino fijo, libres y sin estrenar.
Aquí se han alojado los chóferes y cinco familias (madres con sus hijos pequeños y alguna
adolescente; los maridos y los hijos mayores se han quedado en la guerra…). El resto hasta
80 se les ha derivado a un albergue que está cerca de aquí. Esta mañana, domingo, han
traído a los del albergue y han desayunado aquí todos juntos. ¡Qué abrazos y qué gestos de
agradecimiento! Agradecidas nos sentimos nosotras por esta oportunidad que se nos ha
proporcionado de ‘tocar’ de cerca este terrible problema que están viviendo estas
hermanas y hermanos nuestros y mirar la situación desde sus ojos. Después del desayuno
han pasado un buen rato juntos en los patios del seminario; muchos admirados también de ver por primera vez el mar. En el momento que llegaron llovía torrencialmente pero luego
amaneció con sol y pudieron disfrutar del paisaje. De ese momento son las fotos que
mandamos.
¿Cómo ha surgido todo esto? Ha sido una iniciativa de un grupo de la diócesis de Tarazona.
Nos han comentado que uno de ellos preguntándose qué podemos hacer para ofrecer una
ayuda humanitaria en esta situación, comentó con otros y así se juntaron 18 choferes
dispuestos con sus furgonetas a ir a buscar hasta Varsovia (2.800 kilómetros de ida y otros
tantos de vuelta). Prepararon 9 furgonetas con los debidos permisos y autorizaciones y con
dos chóferes para cada una. Nos comentaban que la diócesis de Tarazona se ha volcado
ante esta situación y ya antes habían mandado también camiones con medicamentos,
comida, y ropa. Era impresionante ver la dedicación y el interés de estos hombres. Se
portaban como verdaderos padres con esta gente. Nos contaron también una anécdota
que vale la pena quede registrada. Al terminar de llenar las nueve furgonetas, apareció una
madre con tres hijas y algunas personas más que miraban ansiosas de seguir la misma
suerte que las que entraron en las furgonetas. Alquilaron allí otra furgoneta y las pudieron
traer también ¡qué grandeza la de estos hombres! Tienen que volver a entregarla. A los del seminario, que hubo mucha gente que participó en este servicio, no sabían cómo
agradecernos y les repetíamos lo mismo, que los agradecidos éramos nosotros por poder
ofrecer este pequeño servicio.
Después de esta parada en Donostia, hacia las once salieron hacia Tarazona donde les
esperaban para un recibimiento oficial. Se van a alojar en el Seminario de esta diócesis.
No podíamos tener sin contar esta experiencia porque nos ha tocado a todas y todos muy
profundamente. Cuando nos preguntáis ¿qué hacéis vosotras en el seminario? Podemos
responder que tratamos de acoger lo que se presenta cada día y tratar de dar la respuesta
que está en nuestra mano, como en este caso.
Nos dio mucha alegría también saber que las casas de Alcalá la Real y La Carolina se han
puesto al servicio de esta acogida.
Que podamos seguir viviendo lo que Ana María Alcalde nos decía ya hace bastante tiempo,
que nos acerquemos lo más posible al mundo del dolor, pobreza, marginación… en directo
(no solo a través de los medios de comunicación) y nos dejemos que estas situaciones nos
afecten (Circular 319).
¡Qué bien pegaba esta mañana en Laudes: “Nacerá una nueva hermandad, donde no
habrá ni bombas ni guerras, donde el mundo sea para todos”. En esa confianza queremos
vivir.