EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD
No es un trabalenguas. Sínodo significa caminar juntos. En la Iglesia se han celebrado muchos sínodos en los que los obispos han caminado junto a los Papas para resolver los problemas de la Iglesia.
El domingo 17 de octubre comienza en todo el mundo el Sínodo de la
sinodalidad proclamado por el Papa, en el que se reconoce la sinodalidad como
la constitución propia de toda la Iglesia; no de una sinodalidad de los obispos
con el Papa, sino de una sinodalidad en que se exprese todo el pueblo de Dios.
El Espíritu Santo no está reservado para el clero; el Espíritu inspiró a
los profetas, no a los sacerdotes ni a los reyes. La sinodalidad eclesial se
apoya más en lo carismático que en lo institucional.
El Papa en su reunión con los obispos italianos el 24 de mayo expresó su
intención de que el Sínodo proceda “de abajo hacia arriba” y que
comience en las comunidades y parroquias locales pequeñas. No se trata de
escuchar a los obispos, sino de que los obispos escuchen al pueblo y trasladen
esa voz al Papa y al conjunto de los obispos.
Este Sínodo se extenderá hasta mediados de 2022, pero los seis primeros
meses constituyen la fase de escuchar al pueblo, para sintetizar sus
aportaciones y presentarlas ante la universalidad de los obispos.
Estos primeros seis meses son el tiempo adecuado para expresar nuestra
visión y nuestros deseos para adaptar a la Iglesia con “los signos de los tiempos”. No
los gastemos en titubeos, ni esperemos a que nos pregunten. No esperemos a ver
qué nos dicen en la misa del domingo.
La organización diocesana española ha expresado su deseo, y su necesidad,
de escuchar también a los cristianos que han abandonado la misa dominical y los
sacramentos porque se sienten defraudados por el desfase entre la institución y
el evangelio.
“Es tarde, pero es nuestro tiempo” (Pedro Casaldáliga). Animémonos a
expresar en la parroquia, en las revistas, en los blogs, en las redes
sociales... nuestros anhelos de una Iglesia más fiel al evangelio de Jesús.
Gonzalo Haya Prats