TRABAJO DE LA ESCUELA
UNIVERSITARIA DE ENFERMERÍA
19 de Febrero de 1999
AUTORAS del TRABAJO: Maite Tapia
Herrero, Eneka Torres Sastre y Cristina Villar
López
FOTO 1 Portada del trabajo de María Tapia,
Eneka Torres y Cristina Villar
“La historia es siempre
injusta.
Selecciona unos hechos y
descarta otro;
guarda la memoria de
unos personajes
al precio de olvidar a
muchos más;
va saltando de puntillas
por encima de los siglos,
pasando por alto la vida
de generaciones y generaciones;
solventa fríamente los
dramas o las alegrías que afectaron a
miles de seres humanos
con unas escuetas líneas.
La historia, el hecho de
contar historia
es, visto así, un
ejercicio de impiedad”.
Objetivo General
El objetivo general de este trabajo es
investigar acerca de la historia de la Clínica San Ignacio de Ategorrieta, en
San Sebastián, para conocer los cuidados de enfermería que se han dado en dicha
Clínica a lo largo de la historia de la misma.
Objetivos Específicos
Investigar la historia de la Clínica San
Ignacio.
Profundizar en la evolución del trabajo de
enfermería.
Analizar la importancia de esta Clínica en
la Sociedad en la que se encuentra.
Demostrar el vínculo entre las Órdenes
Religiosas y el cuidado de los enfermos.
Analizar el funcionamiento de una Clínica
privada.
Prólogo
Todo comenzó cuando la profesora de
Historia de la Enfermería de la Escuela Universitaria de Enfermería de San
Sebastián, Pilar Manrique, nos propuso la realización de un trabajo
de investigación de un hospital, Clínica, congregación religiosa, etc.,
enfocando dicha investigación a los cuidados de enfermería.
En un principio esto nos pareció una tarea
difícil, sobre todo debido a que todas las componentes del grupo nos habíamos
decantado siempre por la rama de las ciencias, dejando, en cierto modo, de
“lado” las letras, la historia…
Una vez superada ésta primera dificultad,
nos consideramos capacitadas para realizar el trabajo y nos propusimos poner en
él, todo nuestro empeño.
Nuestro gran dilema ahora, era la elección
del centro de nuestra investigación y tras unos días de reflexión nos decidimos
por una pequeña Clínica de San Sebastián (Gipuzkoa): la Clínica San
Ignacio.
Los motivos de nuestra elección estuvieron
ligados a un sentimiento “nostálgico” de una de las componentes del grupo que
nació en esta Clínica y cuya madre trabaja allí; y a que otra de las
componentes tenía algunas referencias sobre la misma.
Tras nuestra elección, nuestro siguiente
paso fue la búsqueda de material referente a la Clínica y cuál fue nuestra
sorpresa, que tras horas de búsqueda en bibliotecas, archivos, periódicos, etc.
No encontramos nada debido a que en realidad, no hay nada publicado sobre ella.
Esta circunstancia nos dificultó bastante
el trabajo y ante la falta de material sobre el que trabajar, decidimos
dirigirnos a la Clínica para conocer el objetivo de nuestra investigación y
obtener información sobre la misma.
La primera impresión, la definiríamos como
una pequeña Clínica, algo descuidada por el paso del tiempo, era el año 1999,
(hoy en día está toda renovada).
Al entrar en ella, nos recibió Josean
Pérez, el actual administrador (1999), que tras presentarse nos atendió
atentamente y nos legó toda la información existente sobre la Clínica, la cual
no era demasiada abundante, según nos explicó, debido a que con el cambio de
dueños de la Clínica, mucha de ésta información, se había perdido.
Sin embargo, ante el montón de documentos
que teníamos delante no sabíamos cómo empezar ya que todo nos parecía lo
suficientemente importante como para incluirlo en nuestro trabajo.
Estos documentos de los que disponíamos,
eran principalmente facturas de principio de siglo y los archivos en los que se
registraban todos los ingresos en la Clínica.
Eran todos ellos, documentos antiguos, que
nos retornaron a nuestros antepasados. Debían haber estado mucho tiempo
guardados sin abrirlos para nada, ya que estaban llenos de polvo, de hecho, al
abrirlos, a una de nosotras le entró el asma. Tenían años y años de antigüedad
y el paso del tiempo había hecho que presentaran borrones de humedad, polvo, e
incluso páginas rotas con celo que intentaban disimular el paso de los años.
FOTO 2 Portada del trabajo de María Tapia,
Eneka Torres y Cristina Villar, 1999. Presentación en el Ayuntamiento de la
petición de construcción de un edificio destinado a Sanatorio Quirúrgico. 4 de
Diciembre de 1905
Posteriormente, nos enseñó la Clínica y
aunque recientemente ha sido reformada, pudimos contemplar los pasillos por los
cuales, nuestras antepasadas compañeras de profesión, habían dedicado su tiempo
y su buen hacer a los enfermos.
Esta primera visita a la Clínica, la
definiríamos como una ráfaga de aire puro, ya que nos devolvió la ilusión,
perdida al no haber encontrado nada publicado sobre ella.
Con nuestras fuerzas renovadas, proseguimos
nuestra investigación y nos topamos con tres hermanas de la congregación “Hermanas
de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos”,
congregación que estuvo trabajando en la Clínica desde su inauguración.
Estas tres Hermanas, Sor Juliana Iturralde, Sor
Antonia Larrya y Sor Enma Suero, nos invitaron a su
residencia en el Alto de Miracruz (en Villa Elvira), e incluso la mayor de
todas, Sor Enma, se ofreció a acompañarnos a la Clínica, hecho que reflejó su
disposición a colaborar con nosotras en la investigación.
Tuvimos mucha suerte de contar con su
compañía, puesto que nos fueron de gran ayuda. Tenían muchas cosas que
contarnos y había momentos en las que las tres hablaban a la vez y nuestra
labor era poner orden.
Nos contaron anécdotas de la Clínica, los
cuidados de enfermería a principios de siglo, sus experiencias personales,
etc., incluso había momentos en los que nos olvidamos de nuestro motivo en la
residencia y nos evadíamos de la realidad, trasladándonos a los años narrados.
Fue una experiencia realmente positiva, ya
que a pesar del paso de los años, pudimos observar cómo estas Hermanas
mantenían intactos sus recuerdos. Les agradecimos enormemente su colaboración y
les prometimos una nueva visita. Ellas por su parte nos animaron a seguir con
entusiasmo nuestra formación enfermera y a dedicarnos en cuerpo y alma a
nuestros enfermos.
A medida que transcurría la investigación,
cambió en nosotras la percepción que teníamos del trabajo, que antes era
aburrido, y fue transformándose en una idea interesante y atractiva, al mismo
tiempo que enriquecedora.
Nuestro siguiente destino fue de nuevo a
la Clínica, donde mantuvimos una entrevista con la primera enfermera (A. T. S.)
titulada que entró a trabajar en la Clínica Itziar.
Con ella ampliamos los conocimientos que
teníamos tanto de los cuidados de enfermería como de la propia Clínica y
pudimos verificar muchas de las conclusiones a las que habíamos llegado
nosotras mismas.
Tras todo esto, volvimos a insistir en los
archivos del ayuntamiento, dónde conseguimos planos de la Clínica y como copias
de construcción; y en bibliotecas, donde completar toda la información recogida
hasta el momento.
Ahora ya sólo nos quedaba lo peor; poner
en orden todo el material del que disponíamos y dar forma a nuestro trabajo. El
resultado, lo tienen entre sus manos.
Historia de la Clínica
San Ignacio
La Clínica San Ignacio es una pequeña
villa situada en la avenida de José Elósegui, en San Sebastián.
Es una Cínica privada, de hecho fue la
primera de San Sebastián y la segunda que se fundó en España, la primera había
sido fundada poco antes en Santander por el Dr. Madrazo.
A principios de siglo, en San Sebastián
sólo se atendía quirúrgicamente a los pacientes, en el Hospital San Antonio
Abad, en la Avenida de Navarra, el cual era insuficiente para toda la demanda
que había. Por eso era muy frecuente que los médicos atendieran y operaran a
los pacientes en sus propias casas, al no existir en todo San Sebastián un
centro quirúrgico apropiado.
Al tiempo que esto ocurría, las religiosas
de la Esperanza, congregación francesa, mandó un grupo de Hermanas, poco
numeroso, a San Sebastián para que se dedicaran al cuidado de los enfermos
pobres y a asistir las operaciones, para lo que habían sido formadas y preparadas
en varias clínicas del extranjero.
FOTO 3 Fachada principal Clínica San
Ignacio. San Sebastián 4 de diciembre de 1905. Firmado por Manuel Echave,
arquitecto. Archivo histórico Ayuntamiento de San Sebastián
Ante esta situación, una monja de esta
congregación que acompañaba al Dr. Mariano Antín en sus
operaciones, le sugirió, en cierta ocasión, que éste se lamentaba por las
dificultades de operar en tan malas condiciones, que fundara una Clínica junto
con otros médicos que se encontraban en su misma situación.
Esto le hizo reflexionar sobre la idea y
poco después logró convencer a otros doctores, compañeros y amigos suyos,
especializados en diferentes ramas de la Medicina, para fundar una sociedad de
Cirujanos Especialistas.
Junto con estos médicos, buscó la
colaboración de los dos cirujanos que más trabajaban entonces en San Sebastián,
formándose así una Sociedad de cinco miembros: el Dr. Hilario Gaiztarro,
cirujano y director del Hospital de San Antonio Abad, el Dr. Ramón
Castañeda y el Dr. Mariano Antín, laringólogos; el
Dr. Benigno Oreja especializado en urología; y el Dr. Miguel
Vidaur, oculista.
FOTO 2 Portada del trabajo de María Tapia,
Eneka Torres y Cristina Villar, 1999. Presentación en el Ayuntamiento de la
petición de construcción de un edificio destinado a Sanatorio Quirúrgico. 4 de
Diciembre de 1905
Posteriormente, nos enseñó la Clínica y
aunque recientemente ha sido reformada, pudimos contemplar los pasillos por los
cuales, nuestras antepasadas compañeras de profesión, habían dedicado su tiempo
y su buen hacer a los enfermos.
Esta primera visita a la Clínica, la
definiríamos como una ráfaga de aire puro, ya que nos devolvió la ilusión,
perdida al no haber encontrado nada publicado sobre ella.
Con nuestras fuerzas renovadas, proseguimos
nuestra investigación y nos topamos con tres hermanas de la congregación “Hermanas
de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos”,
congregación que estuvo trabajando en la Clínica desde su inauguración.
Estas tres Hermanas, Sor Juliana
Iturralde, Sor Antonia Larrya y Sor Enma Suero,
nos invitaron a su residencia en el Alto de Miracruz (en Villa Elvira), e
incluso la mayor de todas, Sor Enma, se ofreció a acompañarnos a la Clínica,
hecho que reflejó su disposición a colaborar con nosotras en la investigación.
Tuvimos mucha suerte de contar con su
compañía, puesto que nos fueron de gran ayuda. Tenían muchas cosas que
contarnos y había momentos en las que las tres hablaban a la vez y nuestra
labor era poner orden.
Nos contaron anécdotas de la Clínica, los
cuidados de enfermería a principios de siglo, sus experiencias personales,
etc., incluso había momentos en los que nos olvidamos de nuestro motivo en la
residencia y nos evadíamos de la realidad, trasladándonos a los años narrados.
Fue una experiencia realmente positiva, ya
que a pesar del paso de los años, pudimos observar cómo estas Hermanas
mantenían intactos sus recuerdos. Les agradecimos enormemente su colaboración y
les prometimos una nueva visita. Ellas por su parte nos animaron a seguir con
entusiasmo nuestra formación enfermera y a dedicarnos en cuerpo y alma a
nuestros enfermos.
A medida que transcurría la investigación,
cambió en nosotras la percepción que teníamos del trabajo, que antes era
aburrido, y fue transformándose en una idea interesante y atractiva, al mismo
tiempo que enriquecedora.
La Primera Operación y el Nombre de la
Clínica
El 24 de agosto, viernes, se recibió aviso
de que el Dr. Albarrán de París, tenía que operar en la Clínica a un señor de
Bilbao, aunque la Clínica no había sido todavía inaugurada.
Por este motivo, el sábado día 25 de
agosto, se trasladaron desde “Villa Elvira” a la Clínica las primeras
religiosas de la Esperanza: La Madre Anastasia que es la
Superiora, con cuatro Hermanas más y una postulante, que llevaba una estatua de
la Santísima Virgen en brazos, ante la cual se postraron e hicieron oración, en
una de las habitaciones del primer piso, destinada a Capilla, poniendo la nueva
Obra bajo la protección de Jesús, María y José, sus patronos.
En la tarde de este mismo día, se impuso
al reciente edificio el nombre de “Clínica Operatoria Villa San Ignacio”, por
hallarse situada en la Parroquia que llevaba su advocación.
Tras un penoso y precipitado trabajo de
esterilización del material e instrumental quirúrgico, preparación de
habitaciones, etc. pudo darse alojamiento esa noche, en dos cuartos de primera,
al enfermo y acompañantes, que iba a ser intervenido al día siguiente. Las
Hermanas durmieron también, a partir de este día, en las habitaciones a ellas
destinadas.
FOTO 8 Piso Principal de la Clínica San
Ignacio. Archivo histórico Ayuntamiento de San Sebastián
Así, el domingo a la mañana, se recibió al
Dr. Albarrán, al que todos los médicos propietarios de la Clínica procuraron
todo tipo de facilidades. Como era de esperar, la operación, una extirpación de
riñón, fue todo un éxito.
Pocos días después, el Dr. Albarrán volvió
a operar en la Clínica y seguidamente comenzaron a intervenir los Doctores
propietarios de la Clínica, lográndose una afluencia de enfermos mayor de la
que se esperaba, ya que en esa época, la gente de buena posición se resistía a
ingresar en las Clínicas y hospitales por su novedad.
Respecto a los cuidados de enfermería,
cabe destacar, que al ser la Clínica un centro privado y pequeño, tanto las
enfermeras como el resto del personal sanitario, han dado siempre un trato muy
familiar y directo a todos los pacientes allí ingresados.
“Hermanas de la Esperanza” “Congregación
de la Sagrada Familia de Burdeos”
Las Hermanas de la Esperanza, fueron las
que se encargaron de regentar y trabajar en la Clínica San Ignacio, fueron las
que prestaron todos los cuidados de enfermería desde que se construyó, ellas
pertenecen a la Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos. Esta Congregación
fue fundada por el Padre Pedro Bienvenido Noailles y su Madre Superiora Emmanuel
Bonnat.
FOTO 18 “Hermanas de la Esperanza”
“Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos”
El Fundador
Padre Pedro Bienvenido Noailles,
nació el 27 de Octubre de 1793 en Burdeos (Francia) y muy pronto, sus padres le
mandan al campo, confiándole a la familia Pauvif hasta la edad de 3 años.
En la escuela manifestó una clara
inteligencia y un temperamento violento, por lo que sus padres decidieron que
dejara la escuela y le pusieron un profesor particular. Posteriormente acudió
al Liceo donde cursó los estudios de Humanidades, Botánica, Música, Dibujo,
Mecánica, Literatura, etc.
En 1814 fundó una sociedad de jóvenes
interesados en la literatura, de la cual fue nombrado presidente. También fundó
una sociedad de secretarios de abogados para ayudarse unos a otros y también
fue nombrado presidente de ésta.
En Septiembre de 1816 se fue a estudiar
Derecho a París y allí se planteó ser sacerdote y se internó en un Seminario.
En 1818, en la capilla de Issy, el
fundador concibe la idea fundamental de la Asociación.
El 5 de Junio de 1819 recibió la
ordenación sacerdotal y tras esto, fundó la “Sagrada Familia”.
El 8 de Enero de 1820 se le presentaron
tres jóvenes que deseaban vivir entregados a Dios y el 28 de Mayo de ese mismo
año, empieza con ellas la primera Comunidad Religiosa de la Sagrada Familia. Su
centro se ubicó en Martillac, en una finca llamada “La Solitude” en Burdeos,
Francia.
En 1840, Roma reconoció a la Congregación
la “Sagrada Familia” como laudatorio y muy pronto sus obras se extendieron por
toda España, donde fundaron colegios, orfanatos, casa de Hermanas enfermeras a
domicilio, etc.
Esta congregación siguió creciendo y
extendiéndose por toda Europa hasta que el 8 de Febrero de 1861, el Padre
Noailles murió en “La Solitude” en Martillac, donde está su sepulcro.
Expansión de la Congregación de la Sagrada
Familia de Burdeos
Después de esto, la Congregación siguió
aumentando, hasta llegar a los 3.500 miembros actuales (1999), que se dedican a
las más diversas actividades:
La contemplación;
La vida consagrada en el Mundo;
El apostolado en: colegios, clínicas,
obras sociales, barrios y zonas rurales, atención a la Tercera Edad, casas de
ejercicios, etc.
Hay también un cuarto grupo, que es el de
los “Asociados”, que pertenece a la Sagrada Familia, y está integrado por
sacerdotes y seglares, que cuenta con unos 1.000 miembros.
En este mapa que se adjunta se refleja de
manera gráfica la dimensión que alcanza en el mundo, la Asociación.
La Congregación de la Sagrada Familia de
Burdeos, en España
El primer colegio que abrió esta
Congregación en España fue el Colegio de Loreto, en Madrid el 2 de Febrero de
1984.
Tras éste, han ido abriendo muchos más en
toda la geografía española hasta llegar a establecer en nuestro país 73
comunidades, que siguen los pasos de su fundador.
Algunas de éstas comunidades se indican en
el siguiente mapa, en el que se incluye la Comunidad de “Villa Elvira” fundada
en 1906 en San Sebastián; donde residían las antiguas trabajadoras, las
Hermanas que prestaron sus cuidados de Enfermería en la Clínica San Ignacio y
donde hoy en día siguen viviendo las Hermanas de la Esperanza dedicadas a otro
tipo de menesteres.
FOTO 19 Expansión de la Congregación
Hermanas de la Esperanza de la Sagrada Familia de Burdeos. La Congregación en
España. Madre Superiora Emmanuel Bonnat
Entrevista al personal de la Clínica San
Ignacio
Nuestra primera entrevista se la hicimos a
las tres “Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de
Burdeos”, congregación que se encargó del cuidado de los enfermos y de todo
el trabajo desarrollado en la Clínica desde su inauguración.
Estas tres Hermanas, Sor Juliana
Iturralde, Sor Antonia Larrya y Sor Enma Suero,
no tuvieron ninguna duda a la hora de responder a nuestras preguntas.
FOTO 33 Capilla de la Clínica de San
Ignacio
¿Cuándo comenzó a trabajar en la
Clínica?
Sor Juliana: Comencé a trabajar en
la Clínica San Ignacio en el año 1972 y estuve allí durante 15 años. Sin
embargo, antes de venir a trabajar a la Clínica, la conocía porque había estado
con mi padre cuando era pequeña, a operarse.
Sor Antonia: Yo comencé bastante
antes que Sor Juliana, en el año 1946 y estuve trabajando en la Clínica hasta
que nuestra congregación dejó de trabajar en la Clínica (1990).
Sor Enma: Como podéis comprobar
yo soy la mayor de todas y entré a trabajar en la Clínica antes de la guerra en
el año 1930. En el año 1950 la congregación me envió a otra Clínica en Valencia
durante cuatro años y luego volví; y he estado, prácticamente toda mi vida,
trabajando en la Clínica.
¿Tenían alguna clase de estudios?
Sor Juliana: Bueno, todas nosotras
si que tenemos estudios, pero en realidad dentro de la Clínica sólo pedían
cierto número de títulos, y el resto de la gente que trabajaba, no tenían
ningún tipo de estudios específicos, pero recibían enseñanza básica en la
propia Clínica por parte de los compañeros médicos.
Sor Enma: Además recibíamos una
enseñanza muy buena. Cuando yo fui a Madrid a examinarme para conseguir el
título de “antigua enfermera” con algunas de mis compañeras, el profesor que
nos examinó en la Facultad de Medicina de Madrid, nos dijo que se notaba que
éramos alumnas del Doctor Benigno Oreja.
Como podemos observar, parecen tener muy
buenos recuerdos del Doctor Benigno Oreja. ¿no?
Risas. Comienzan a hablar todas las
Hermanas a la vez. Tras una breve pausa se instaura el orden y es Sor Antonia
la que comienza hablar.
Sor Antonia: Creo que hablo en el
nombre de las tres, al decir que el ambiente en la Clínica es muy familiar, Así
lo atestiguan las tres Hermanas.
Teníamos mucha confianza y una gran
relación con todos los médicos. Por ejemplo, el Dr. Benigno Oreja nos “espiaba”
en nuestros ratos libres mientras hacíamos teatro.
Sor Enma: Yo me acuerdo también
con mucho cariño del difunto Dr. Bergareche, que cuando tenía un rato libre
subía a la cocina a ver si quedaban restos de la comida y decía: “Éste es el
placer de los dioses”.
¿Cuál era su residencia? ¿Estaban
en la Clínica internas?
Sor Juliana: Sí, estábamos allí
internas y dormíamos allí. En ocasiones teníamos que salir de la cama a atender
los casos de urgencia porque en aquellos tiempos no había ningún médico de
guardia, pero hay que reconocer que en cuanto les llamábamos acudían
rápidamente.
Sor Enma: ¡Es verdad! Menudo
alivio cuando pusieron un médico de guardia.
¿Realizaban otras
actividades a parte del cuidado de los enfermos?
Sor Antonia: Nosotras nos
encargábamos de todo dentro de la Clínica, por lo que estábamos muy cansadas,
pero a pesar de esto, todos los días después de las comidas teníamos tiempo de
recreo y lo dedicábamos a cantar, descansar, leer, etc., y por la tarde
teníamos una hora para rezar.