El grupo que se diseño en su momento para trabajar conjuntamente en el Plan Diocesano de Evangelización del Obispado de Madrid sigue su curso. Aquí os pasamos entrevista realizada a Pilar García Espinosa.
Artículo publicado en Alfa & Omega de ABC hace unas fechas
Cuidar la
acogida a los de fuera y la comunión entre los de dentro, acompañar a las
familias y dar protagonismo a los laicos: ideas fuerza del sexto núcleo del PDE
Durante
estos días, los cerca de 7.000 participantes y más de 500 grupos del Plan
Diocesano de Evangelización están entregando sus conclusiones sobre el sexto
núcleo del PDE: Buscamos respuestas que den esperanza y vigor para andar el
camino. Todos ellos han trabajado según el modelo de la lectio divina
sobre el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra la curación de Pedro
al lisiado ante la puerta del templo.
«Esta
persona es imagen de tantas realidades que tenemos nosotros en nuestra diócesis
–explica Pilar García Espinosa, religiosa de la Sagrada Familia de Burdeos, de
la Vicaría de Evangelización–: ancianos, enfermos terminales, personas solas,
gente que está en la calle, familias sin recursos económicos». A todos ellos
hay que sumar «jóvenes en paro, matrimonios separados y divorciados, personas
con trabajos precarios, inmigrantes, refugiados…, y tantos que están
desorientados y perdidos en la gran ciudad: gente que ha perdido el sentido de
la vida, jóvenes inmersos en la sociedad de consumo, niños que crecen en
familias sin valores o personas que son esclavas de la droga o la bebida».
¿Cómo ha de
reaccionar la Iglesia en Madrid ante todas estas situaciones? Pilar destaca que
los grupos del PDE «están subrayando mucho dos actitudes básicas: cuidar muy
bien la acogida de la gente en las parroquias, para que quien se acerque se
encuentre a gusto y en casa, y cuidar mucho también la comunión entre nosotros
dentro de la parroquia y de la Iglesia, porque la fraternidad es un signo muy
fuerte para los de fuera».
Los
participantes en este foro de reflexión y evangelización en la diócesis, cuyo
trabajo concluye en verano del próximo 2018, alientan asimismo a un fomento de
la calidad relacional en las parroquias y a que haya una mayor unión entre
comunidades cristianas. Esta dinámica se extiende a la relación con ámbitos no
confesionales, para hablar, escuchar y participar en asociaciones civiles con
las que haya puntos en común, aprovechando la dimensión social de la Iglesia:
«sean o no afines a nuestra fe, se observa la necesidad de relacionarnos con
estos grupos, como iniciativa de una Iglesia en salida, no centrada en
conservar lo que se tiene sino involucrada en salir hacia los demás, en la
línea del Papa y de nuestro obispo», afirma Pilar.
Todo ello,
aterrizado en el día de nuestras comunidades, se traduce en «tener empatía con
la gente, aprovechar las oportunidades de ayudar, fomentar los encuentros entre
los diferentes grupos de Iglesia, acompañar a mayores, familias, niños y
jóvenes, y cuidar mucho la dimensión celebrativa: tener momentos juntos de
oración y abrir estos momentos a otras personas».
Junto a todo
esto, una de las principales preocupaciones de los grupos es la familia:
«Aparece por todas partes. Todos apuntan que es necesario acompañarla en todas
las situaciones por las que pueda pasar», reconoce Pilar. Además, se pide
«potenciar la participación de los laicos, que no haya tanto clericalismo, que
los sacerdotes sean más pastores y menos gestores, y que den a los seglares una
mayor responsabilidad en parroquias, vicarías y en la misma diócesis».
Juan Luis
Vázquez Díaz-Mayordomo