Querida familia, en estas fechas compartimos una reflexión de Víctor Codina sobre la Navidad:
Meditación navideña
desde Bolivia
Víctor Codina sj
Cuando se acerca
Navidad surgen voces críticas que denuncian el secuestro de la Navidad por el sistema
y la sociedad del consumo. Nos han robado la Navidad, el gordinflón Papa Noel
con su trineo de regalos suplanta al Niño Jesús, la fiesta de los pobres y
sencillos se ha convertido en la fiesta de los ricos, los comercios entonan
villancicos para hacer propaganda de sus productos, Navidad es la fiesta de los
aguinaldos, de los canastotes, del panetón, de la Coca Cola, la sidra, y el
pavo, mientras en la ciudad se iluminan los árboles con luces de colores. Los
mismos gestos de beneficencia que abundan estos días muchas veces se convierten
en propaganda comercial y política….
Se cae así en lo que
Francisco llama la “mundanidad espiritual”, el manipular la religión en
provecho propio, el revestir con un barniz de
espiritualidad actitudes mundanas de poder, riqueza y bienestar.
Mantenemos la apariencia religiosa de la Navidad pero la hemos ido vaciando de
su auténtico contenido espiritual y evangélico.
Todo esto es cierto.
Más aún, podríamos añadir que muchas veces la misma institución eclesial en su liturgia
y en su teología y pastoral, parece ocultar más que esclarecer el sentido de la
Navidad ¿Qué entiende el pueblo de la participación de la naturaleza divina,
del admirable intercambio entre divinidad y humanidad, de una persona con dos
naturalezas, de la unión hipostática, de la kénosis del Verbo?
Y sin embargo, como
afirma el Prólogo del evangelio de Juan, las tinieblas no han logrado apagar la
luz, sino que la luz brilla en medio de las tinieblas (Juan 1, 5). También en
la primera Navidad la luz brilló en medio de las tinieblas de la prepotencia y
opresión del Imperio Romano, en medio de la hipocresía de los sacerdotes y
fariseos judíos, en medio de la crueldad del rey Herodes, en medio de la
indiferencia de los vecinos que no le dieron posada y no le recibieron
(Juan 1,11). Los pastores y magos
captaron esta luz.
¿De dónde brota en
estos días un sentido de conmoción humana, de bondad, de reconciliación y de
alegría aun en medio de las dificultades y el dolor? ¿Por qué estos días hay tregua
en las guerras y en los conflictos sociales? ¿Cómo se explica la sonrisa de los
niños y de los ancianos al besar la imagen del Niño Jesús? ¿Cuál es el
fundamento de los deseos de felicidad que la gente expresa con palabras,
tarjetas, mensajes electrónicos y regalos?
¿Es únicamente costumbre? ¿Es para festejar el nuevo solsticio y el nuevo año?
¿Por qué las familias se reúnen estos días, se abrazan y se abuenan? ¿Por qué
se regala comida y juguetes a los niños potosinos que con sus madres invaden
las calles de las ciudades pidiendo limosna? ¿Por qué en estas fechas sentimos
una misteriosa atracción a ser mejores, más humanos, más solidarios, más
compasivos, más pacientes y tolerantes? ¿Todo en Navidad es consumo,
materialismo, egoísmo y comercio? ¿No hay algo más profundo que las tinieblas
del mundo no consiguen ahogar?
Los villancicos al
Niño Manuelito, los cantos y bailes de los chuntunkis ante el pesebre, las
visitas al templo llevando las imágenes del Niño para recibir la bendición para
sus casas ¿no indican que se barrunta que existe un misterio de bondad, de
cercanía de Dios a la humanidad, que hay esperanza, que hay perdón, que hay
salvación, que no todo es violencia, corrupción y maldad en nuestro mundo? Hay
ciertamente tinieblas, pero en medio de ellas permanece encendida una luz de
humanismo y de esperanza, porque solo
Dios puede hacerse tan humano y suscitar en nosotros sentimientos de bondad y
de fraternidad. Navidad es Jesús en medio de nosotros, Dios con nosotros,
Diosito que nos acompaña siempre
No nos dejemos robar
esta esperanza porque la luz de Navidad anticipa ya la luz de la Pascua de
Resurrección y vence a las tinieblas de nuestro mundo. Aunque sea una luz tan
pequeña como la de repartir chocolate con buñuelos a los niños de los barrios
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