6 de noviembre de 2013

Somos lo que son nuestras actitudes

Por
ENTREVISTA A BERNABÉ TIERNO, PSICÓLOGO
Revista Arantzazu (Revista franciscana para personas que buscan)
Octubre de 2013

BERNABÉ TIERNO es demasiado conocido para tener que presentarlo. Es un psicólogo, pedagogo y escritor español. Licenciado en Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología, se especializó en Psicopedagogía. Desde hace 30 años investiga sobre las causas del Fracaso Escolar y ensaya estrategias para una enseñanza y un aprendizaje más eficaz. Su convicción acerca de la necesidad de aplicar a la realidad sus aportaciones científicas le ha llevado a estar en numerosos medios de comunicación social. Como conferenciante, se mueve por toda España impartiendo cursos, conferencias y charlas a padres, institutos y colectivos de profesores.
En sus últimos libros, Bernabé Tierno recalca la importancia de vivir el momento presente y saborearlo para ser feliz, e incluso para te­ner salud. Según él, disfrutar, saborear la vi­da, etc. son ingredientes básicos para ser feliz, y hasta refuerzan el sistema inmunitario. Es autor de numerosas obras donde se divulga la psicología de la educación y en particular la prevención y solución del fracaso escolar.
En uno de los numerosos viajes que realiza le hemos encontrado en Donostia, dando un curso en la Universidad de Verano. Es un hombre sumamente activo y convencido de lo que dice y hace. Nos ha ofrecido un rato de su poco tiempo disponible entre acto y acto. Nosotros se lo agradecemos de verdad, porque creemos que sus consideraciones son muy interesantes y llenas de actualidad en estos tiempos difíciles.

Revista Arantzazu. En estos tiempos de crisis y dificultad, ¿se puede salir adelante? ¿Cómo se hace eso?
Bernabé Tierno. No existen fórmulas mágicas. Todo depende de la persona, de la formación que tenga, de sus recursos y sobre todo del nivel de crecimiento personal y de la capacidad que tenga de lo que hoy se llama resiliencia o capacidad de renacer de las cenizas. Yo, desde que apareció la crisis que tenemos ahora, que básicamente es una crisis de valores, digo a los cuatro vientos que este país necesita gente honrada. Desde los políticos hasta la última persona y cuanto más arriba se esté, como decía Lin Yutang, hay que ser luz y espejo que refleje esa luz.
Yo el trabajo que hago modesta y humildemente es formar a los jóvenes para que sepan que la única forma de salir de la crisis es en primer lugar saber que de todo se sale siempre que uno sepa que tiene que seguir insistiendo y que hay que seguir potenciándose al máximo. Cuidándose físicamente, mentalmente y emocionalmente. Y aprender a reducir al máximo. Después de la Guerra Civil había una pobreza tremenda y la gente siguió adelante. Aquí nos hemos acostumbrado a tener dos coches, varias casas. A lo mejor lo que debemos hacer es asumir que lo que importa no es tanto tener cosas, sino tener mínimos y progresar en esa línea, en la línea del crecimiento interior. Para los años que vivimos no nos hacen falta tantas cosas, debemos vivir con menos. El mejor remedio es adaptarnos y renovarnos.

RA. Tú has dicho que “el mejor prozac es la actitud positiva, sea como sea la vida”.
BT. Todos los fármacos y psicofármacos son químicos, pero la química que genera uno mismo con la actitud que tiene en la vida es determinante. Somos lo que son nuestras actitudes y cuando para uno lo normal es el es­fuerzo, la superación y el sacrificio, cuando lle­ga una dificultad, piensa que ella le va a hacer más fuerte, que podrá con ella y que tendrá una experiencia más en la vida. Cuando las cosas le vayan mejor estará en la celebración y cuando esté en un momento de tranquilidad ese será un momento de disfrute.

RA. El modelo social que hemos creado empuja a la depresión.
BT. Es un modelo social en que todo es necesitar cosas, todo es aparentar, pero huye del ser. Está centrado en el tener, en el fascinar a los demás, pero hay muy poca preocupación por el ser de verdad, por el ser interiormente. Hay muy poca preocupación por pasar del “yo” al “tú”, por preocuparse por el otro, pero de verdad. Y por buscar para el “nosotros”. Me preocupa porque tenemos los peores políticos que yo haya conocido, con la peor inteligencia emocional. Casi no aprueba na­die. Porque se preocupan únicamente de su partido y de colocarse muy bien, de guardarse las espaldas. Es gente que sabe que va a cobrar un dinero a costa de gente que no tiene para comer o de pequeños empresarios o autónomos. Estos no se deprimen. Es una obscenidad. Pero no hay nadie que lo diga y no soportarían a un tipo como yo preguntándoles de eso. La autoridad moral se tiene cuando se es alguien que puede presentarse donde sea y puede aguantar una entrevista sobre este tema. Estas personas que están arriba, además, son el referente. Y cuando la cabeza está así, cómo estarán los pies… Eso es lo grave.

RA. Hoy, aquí y ahora, estamos a tiempo de ser felices (en referencia a su libro). Pero en la vida real, ¿se puede?
BT. En el libro explico el hoy, el aquí y el ahora desde el punto de vista de la psicología. No solo desde la fe, puesto que para algunos vivir la vida y disfrutar de ella es casi como un pecado porque aquí estamos solo para prepararlos para el cielo. Lo sano, lo que debe querer la religión, Dios o quien sea, es querer convertir esta vida en un cielo. Hay personas que son sus peores enemigos, pero la vida hay que convertirla en cielo por muchas dificultades que se tengan. Una persona que vive el ahora, el aquí y el ahora de manera positiva es una persona coherente, asertiva, capaz de vencer los problemas, es la luz que hace falta en la vida y esa energía que se puede comunicar. Quien vive el hoy, el aquí y el ahora es difícil que enferme ni física ni mentalmente, salvo por la vejez, porque está viviendo, está disfrutando de las cosas.

RA. La felicidad la vemos como un deseo global, futuro. Y nos olvidamos de trabajar la felicidad del día a día.
BT. La felicidad para mí es ser lo mejor que puedo para mí y además serlo para los demás. Saber que con lo que hago puedo conseguir que alguien crezca como persona. Y ser foco de luz trabajando en conjunto. La felicidad a solas es algo muy difícil, debe ser en compañía, siendo un generador de energía y de bienestar integral. Hay personas con hipotecas, desahucios a las espaldas, en paro que tienen amigos y comparten los males, se ayudan y donde comen cuatro comen seis. Se apoyan en buscar la fuerza interior para confiar en que se puede salir adelante y resurgir de las cenizas.

RA.Todo esto seguramente necesita un aprendizaje desde muy pequeños.
BT. Todo esto supone que tuve los mejores padres del mundo y supone que cuando yo tenía siete u ocho años mi padre, que era absolutamente generoso, venía del campo y después de cenar acogía a diez o doce personas analfabetas, trabajadores mayores de veinte años, para que aprendieran a leer. Yo era su ayudante, porque con cuatro años yo ya leía. Mi padre, que era firme, me enseñó a leer y todos los días me daba la media plana que tenía que escribir y la otra media que tenía de lectura. Mi padre no era maestro. Era autodidacta. Cuando te han formado así, exigiéndote, pero con cariño y con afecto, no se puede ser de otra manera, porque me educaron bien.
Recuerdo en invierno, después de la Guerra Civil, ayudar a mis padres a darles a los pobres lo que teníamos. Mi padre me decía: “Jesús está ahí. Aunque pienses que ese hombre es solo un hombre lleno de frío, ayúdale”. Me acuerdo, yo tendría seis añitos, cómo le quité los zapatos a un señor que tenía los pies llenos de hielo, se los lavé y le puse unos calcetines viejos de mi padre. Eso lo he recibido en casa.
Y he tenido que vencer dificultades, claro. Lo que ocurre ahora es que tenemos tanto cuidadito con los niños para que no sufran… Mis padres estaban a mi lado y me querían mucho, pero me enseñaron que la vida, aunque es dura, hay que vivirla con ilusión.

RA. A nivel social hablamos mucho de educación, ¿pero vamos por buen camino?
BT. En la educación falta algo muy importante. Los conocimientos son importantes, pero por lo que sea, con siete leyes educativas en no muchos años, la educación no está en manos de los educadores y debe estarlo. En manos de gente con carreras como psicología y pedagogía y en manos de expertos y técnicos. Y los políticos deben meterse poquito. Porque las ideologías traen que unos quieren poner religión y otros quitarla… Vamos a de­jar que sean los padres y la sociedad los que digan lo que quieren, dentro de un límite, claro. La labor de los técnicos es fundamental.
Pero sobre todo hay que educar para que el ciudadano sea responsable y para ello hay que educar con el ejemplo. Necesitamos referentes, que brillen y se vean. Las personas que son ejemplares exactamente igual. Yo veo que no se han puesto como ejemplares a empresarios que se han dejado la piel para que sus empresas fueran referentes y ejemplares. No salen en la televisión enseñando cómo se crea una empresa, porque no interesa.
Y hay que educar a la gente en inteligencia emocional, para que sepan comprender al otro, para que sean empáticos y se eduquen en valores. Y debemos educar a una persona para que siga educándose a sí mismo de por vida. Hay que invertir mucho más en educación, más que dinero, en calidad.

RA. ¿Tenemos mucha información, mucha estimulación y poca comunicación?
BT. No se habla nunca de la comunicación emocional. Mi libro Kárate mental va en esa línea. Expone qué hacer para conseguir que mediante la asertividad se afirme uno mismo como persona, pero también el otro pueda afirmarse. Es fundamental la escucha atenta, el diálogo, el saber hacer pactos, el permitir que se aplique el principio “gano-ganas”, que yo gane pero que tú también lo hagas. Que el otro se halle también contento. Hay que sonreír, comprender, ponerse en el lugar del otro, llevártelo a tu terreno con inteligencia respetándole y valorándole. Focalizar la mente en lo mejor del otro. Porque sabes que tiene cosas negativas, pero si tú procuras, como si fuera una lupa, aumentar lo positivo de manera constante, lo negativo se va a ir diluyendo, destruyendo y va a ir desapareciendo.

RA. ¿Hemos perdido el buen humor?
BT. El buen humor significa tener buen carácter. Las personas permanentemente cabreadas, esquinosas, problemáticas, viscerales, primarias, crean problemas por donde van. La línea recta y las esquinas son muy problemáticas, siempre chocan contra alguien, les falta la curva. Pongo el ejemplo de la filosofía o­riental. El elemento que hay más en la naturaleza es el agua, casi ocho partes de nosotros son agua. Y el agua se adapta donde va. La gente más inteligente se adapta. Y esa flexibilidad, esa ductilidad, la tiene poca gente. Normalmente vamos en la línea de “que vengan los demás”. El inteligente da el paso hacia el otro y sabe que es él quien manda y quien gana.

RA. Danos tres valores para hoy.
BT. El primer valor por encima de todo, sin más remedio, tiene que ser la empatía, que significa saber ponerse en el lugar del otro. La empatía es la clave en todas las virtudes. El mismo precepto evangélico dice “ama al prójimo como a ti mismo”. ¿Cómo vas a amar al otro si no eres capaz de llegar a esa persona, comprenderla, y ver cuál es su situación? Porque así sabes que esa persona tiene debilidades humanas, tiene problemas y la mala contestación que te ha dado está activada por esas dificultades. En el fondo toda persona, por mala o problemática que parezca, esconde un buen ser humano que hay que descubrir. Eso lo hace la empatía. Es la capacidad fundamental en la comunicación, es la que nos abre al otro. La que hace posible pasar del “yo” al “tú”. De ese crecimiento entre el “yo” y el “tú” vamos al “nosotros” universal para que nos humanicemos. No hay posible humanización y mejora en la sociedad sin la empatía. Por eso para mí es el primer valor.
El segundo valor es la responsabilidad en doble sentido. Responsabilidad de saber primero que soy el dueño de mi destino, que nadie me va a sacar las castañas del fuego y que mi formación es determinante. For­marme como persona en inteligencia intrapersonal, para ser la persona que yo quiero. Y formarme en inteligencia hacia el exterior, en comunicación para relaciones humanas. Hay que tener habilidades humanas porque los problemas están entre las personas. Esto se puede desarrollar en el campo de la empresa, de la política… Si viniera algún político y me dijera que les diera un cursillo de fin de semana, le diría que estoy esperando que aparezca un político importante que sea capaz de decir en voz alta las cosas buenas y las buenas intenciones que ha visto en el otro y no solo sus cosas malas. ¿Quién funciona así? No hay ninguno.
El tercer valor es tener una razón para vivir y esa razón tiene que estar orientada a hacer el bien. Vicente Ferrer dijo “mi única religión es el amor”. A partir de ahí da igual rezar mucho o rezar menos. Las religiones empezaron por el miedo, todo era tener contento a ese Dios, pero hay que superar eso. La vida del ser humano no puede estar dedicada a agradecer a Dios. No se debe predicar un Dios castigador. Deben darse pasos en ese sentido. Dios no busca machacar al ser humano y llevarlo al llanto y al crujir de dientes para que pase toda la eternidad sufriendo.

RA – Muchas Gracias, Bernabé.

Iñaki Beristain, O.F.M.
Director de la revista Atantzazu

25 años de asociado

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