3 de septiembre de 2012

UNA LECTURA ÉTICO-TEOLÓGICA DE LAS MARCHAS DEL TIPNIS

Por
19 Julio 2012

Víctor Codina sj
Ahora que la IX marcha indígena regresa al territorio del TIPNIS con la sensación de tristeza y fracaso ante la imposibilidad de diálogo con el gobierno, quisiera hacer una reflexión ético-teológica sobre el sentido de las dos marchas por el TIPNIS.

Más allá de lo sociopolítico
Se ha escrito ya mucho sobre el TIPNIS y las marchas VIII y IX de los indígenas en defensa de su territorio.
No quiero entrar en los temas y preocupaciones políticas que la marcha ha suscitado: intento de golpe de estado, influjo de la embajada USA y de las ONG, presencia de miembros de la oposición singularmente del MSM, impulso gubernamental a la contramarcha, visitas del gobierno a los indígenas con prebendas para que aprueben la consulta y la carretera, contradicción entre las propuestas ambientalistas y de respeto a la Madre Tierra de parte del gobierno y su praxis concreta en el caso del TIPNIS…
Tampoco quiero debatir sobre los responsables, hasta ahora impunes, de la represión policial a los indígenas de la VIII marcha en Chaparina o a los marchistas de la IX marcha en La Paz mientras hacían vigilia esperando el diálogo con el Presidente. Dejo de lado los temas económicos implicados en la marcha: préstamos del Brasil para la construcción de la carretera desde Villa Tunari a San Ignacio de Moxos, interés económico de una ruta transoceánica especialmente para el comercio con China, intereses financieros de madereras, cocaleros, petroleros, empresas de turismo… que defienden la construcción de la carretera.
No quiero discutir tampoco el tema del progreso de la zona que se favorecería con la construcción de la carretera y que se materializaría en mejoras en educación, salud, facilidad de entrada y salida de productos, tal como la propaganda oficial lo presenta en la TV. Paso de largo el tema legal, el decreto que defiende la intangibilidad del territorio del TIPNIS, la ley 222 que determina la consulta a los pobladores y la respuesta salomónica del Tribunal Constitucional. Tampoco deseo entrometerme en la cuestión de la legitimidad de los representantes que encabezan la IX marcha. No quiero discutir sobre el hecho de que los niños acompañasen a los marchistas, que como tanto UNICEF como PNUD han criticado. No tengo competencia para juzgar si el tramo segundo de la carretera dañará realmente el medio ambiente y si es posible establecer una ruta alternativa. Tampoco soy experto en los temas antropológicos y culturales implicados en esta marcha de chimanes, yuracarés y trinitario-moxeños. Todos estos temas ya han sido ampliamente debatidos en los últimos meses y se ha escrito mucho sobre todas estas implicaciones de la marcha del TIPNIS[1].
Yo quisiera abordar el tema de las marchas del TIPNIS desde otra dimensión, desde otro paradigma, desde su vertiente ética y espiritual, ya que solo desde estas raíces profundas se puede explicar el sentido último de la marcha. Hay que ir más allá de la racionalidad socio-política, económica, técnica y legal de la marcha.

Un llamado ético
La dimensión ética de estas marchas se puede formular de muchas formas pero que siempre tocan el mismo núcleo esencial:¿podemos explotar la naturaleza a cualquier precio, en nombre del progreso? ¿El progreso económico y técnico puede justificar cualquier acción destructora de la naturaleza y del medio ambiente? ¿Somos dueños y señores absolutos de nuestro entorno? ¿Todo lo técnicamente posible es necesariamente ético? ¿No tenemos responsabilidad para con las futuras generaciones que quedarán afectadas por nuestras decisiones exploratorias y extractivas?
Cuando uno reflexiona sobre el inmenso esfuerzo de los indígenas, hombres, mujeres, niños, incluso ancianos, caminando durante dos meses desde los llanos tropicales a las frías alturas del altiplano, soportando calor, lluvias y frío, mal alimentados y mal alojados en carpas, reprimidos por la policía, abucheados por algunos pobladores, mal recibidos por otros, con algunos muertos por accidente y otros por el frío y la falta de atención médica… surge espontáneamente la pregunta ¿de dónde nace esta convicción, esta tenacidad para seguir adelante, esta valentía y fortaleza en medio de tantas dificultades, cuál es la causa de esta audacia y de esta animosa y alegre postura?
Esto no se explica únicamente por la defensa de su habitat, ni de sus costumbres ancestrales, ni de su modus vivendi, no es solo el sentido de fidelidad a la tradición secular de sus mayores. Hay algo más, hay un plus.
¿Cuál es este plus de sentido que va más allá de la razón instrumental pragmática, de lo lógicamente razonable, más allá del sentido común, y de la misma utilidad práctica?

Más allá de la ética
Aquí lo ético se abre a una dimensión más profunda y misteriosa, al orden de lo espiritual. Se abre a la Trascendencia, a algo Tremendo y Fascinante, al Infinito, al Otro, a lo Incomprensible, a lo Sagrado, al Misterio último que podemos llamar Dios o con otros nombres.
Los indígenas en el fondo no defienden solo sus ríos, sus bosques, sus animales, su caza y su pesca…sino que defienden la Tierra, la Creación, la obra del Creador, expresada en diferentes mitologías y creencias. Tienen para la Tierra un respeto religioso y una veneración que va más allá del progreso técnico y económico, de la utilidad pragmática y consumista.
Para muchos “modernos” la postura indígena es una locura, negación del progreso, un fundamentalismo telúrico recalcitrante y reaccionario. Por esto se la critica, se la combate, se la frena, se la reprime, incluso violentamente.
Pero en realidad los indígenas desde su cosmovisión y espiritualidad ancestral, sean católicos, evangélicos o cultivadores de la espiritualidad originaria, están lanzando un mensaje al país y a la humanidad: no somos propietarios de la tierra, no somos dueños y explotadores, hemos de cuidar la tierra para las futuras generaciones, el lucro o el consumo no son la última palabra, la tierra es de todos y para todos, no para unos pocos aventureros con dinero y técnica. Ellos denuncian que la humanidad debe ir por otros rumbos. La Tierra merece respeto, armonía, comunión, contemplación amorosa, gratitud, solidaridad, reconciliación, no abuso, ni apropiación indebida, ni extinción, ni explotación inmisericorde, ni voracidad, ni codicia, ni violencia, ni caos.
¿De dónde le viene a esta gente pobre e iletrada esta profunda intuición? No han leído libros sobre ecología o desarrollo sostenible, ni seguramente conocen Greenpace, ni los protocolos de Kyoto o las reuniones de Río 92 y Río + 20. Es ciertamente la sabiduría milenaria de estos pueblos la que aflora intuitivamente en estas marchas, una sabiduría anterior al cristianismo, una sabiduría cósmica, telúrica, espiritual, que brota de la comunión armónica durante siglos con la naturaleza, de la que se sienten parte.

Una lectura cristiana de estas marcha
Si quisiéramos hacer una lectura cristiana de todo este proceso deberíamos hablar del Espíritu de Señor que desde los orígenes de la creación llena el universo, aletea en la creación originaria e inspira a los hombres y mujeres este sentido de respeto y comunión con la naturaleza y con todo el cosmos (Génesis 1, 2; Sabiduría 1, 7). Este Espíritu creador sostiene y hace florecer las culturas y religiones de la humanidad, este Espíritu, anterior a la llegada de los misioneros, es el que da sentido a sus vidas, coherencia interna, fuerza y valentía para defender la tierra. El Espíritu del Señor transforma esta ética y espiritualidad en una mística y en una profecía para nuestro mundo. Los indígenas de la marcha nos despiertan de nuestro letargo consumista, tecnocrático y posesivo, de nuestro espíritu pequeño burgués y poco soñador, nos abren a una dimensión mayor y más profunda, a una utopía real. Nos advierten que el camino del capitalismo neoliberal competitivo y discriminante, la ideología de mercado y del consumo, el “sistema” y estilo actual de vida, la american way of life, llevan a la ruina de las civilizaciones, de la humanidad y de la tierra[2].
A lo mejor todo este esfuerzo de los indígenas nos puede parecer inútil, es muy probable que estas marchas hayan sido un fracaso, la carretera seguramente se hará, la selva será destruida y el TIPNIS se convertirá en zona productiva y progresará económicamente. Triunfarán los sabios y prudentes de este mundo. Dentro de unos años nadie se acordará ya de las marchas indígenas por el TIPNIS.
Pero el grito de estos indígenas descalzos y pobres no podrá ser ahogado nunca, pues a través de ellos, con todas sus ambigüedades, mixtificaciones, impurezas, errores e incluso egoísmos, nos está hablando el mismo Espíritu que aleteaba en la creación. Es un signo de los tiempos.
Desde una visión cristiana, la marcha de los indígenas del TIPNIS confirma las palabras llenas de exultación mesiánica de Jesús de Nazaret porque su Padre ha ocultado los misterios del Reino a los sabios y prudentes y los ha revelado a los pequeños y sencillos (Lucas 10, 21-22).
Estos indígenas, pobres, mal vestidos y caminado con chinelas o descalzos por las carreteras, son más sabios que los poderosos y bienpensantes de este mundo.
Una hermenéutica desde los pobres nos abre a dimensiones siempre nuevas, a la ética y a la espiritualidad, a una mística profética, que irrumpe más allá de los límites del país y de la Iglesia, en una suerte de teología pública, publicness, que advierte e ilumina nuestro futuro. La población de La Paz que ha recibido con inmenso cariño y generosidad a los marchistas del TIPNIS ¿intuía algo de esto? Los marchistas quizás hayan sido mal aconsejados, quizás no hayan actuado ni se hayan expresado siempre de forma correcta, quizás hayan sido poco realistas… pero lo cierto es que nos han dado una lección de ética y de espiritualidad, de mística y de profecía. Ellos, mal que nos pese, en el fondo tienen razón: hay que cambiar el “sistema” y caminar hacia la utopía. ¡Gracias, hermanos, hermanas y niños indígenas!
Cochabamba 12 de julio 2012

________________________________________ [1] Remito al nº 101 de Cuarto intermedio, Cochabamba mayo 2012, y concretamente a los artículos de Felix Patzi, Miserias de la plurinacionalidad e interculturalidad en el conflicto del Tipnis, págs 32-53 y Xavier Albó, Los actores locales del Tipnis, ibdm, págs 54-69.
[2] Véase la Carta pastoral de la Conferencia episcopal boliviana, El Universo don de Dios para la vida, Cuaresma 2012. En el nº 101 de Cuarto intermedio, mayo 2012, hay un breve resumen, págs 82-97.
Este artículo fue publicado el Jueves, julio 19th, 2012 a horas 22:24 y está catalogado como Realidad Indígena.

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