28 de enero de 2011

Una carta desde Haití

Por
5 de enero de 2011
Hace un año ni imaginábamos por asomo lo que estaba por venir.
Estuvimos celebrando la Navidad bien tranquilas en casa y por año nuevo nos deseamos lo mejor para el 2010, sin saber lo que estábamos diciendo. Nos deseamos felicidad y hemos sufrido un trauma inmenso; nos deseamos salud y larga vida y hemos visto muertos, heridos, amputados por todas partes; nos deseamos poder realizar todos nuestros proyectos... y estos cambiaron radicalmente. El hombre propone y Dios dispone.
Este año he deseado con voz muy bajita todas estas cosas... porque realmente al final no es cosa nuestra. Todo esta en manos de Dios. Ahora ya no pido larga vida porque ya no es tan importante para mi como vivirla con intensidad, aunque sean cuatro días. Así viven los haitianos el día a día, luchando por sobrevivir, viviendo para el hoy porque el mañana no lo controlan. Está en manos de Dios. Se ve la vida de otra forma. Ya no pido más salud que la que tengo y gracias Señor, pero creo que prefiero pedir coraje y fortaleza para aceptar lo que venga y no perder la alegría, la fe, la esperanza y la fuerza, porque eso es lo que he visto en los haitianos y me atrae más que tener salud y temo no darme cuenta del regalo que tengo.
Pido la fe y manifestar la fe que tengo en mis obras y en mis gestos porque es lo que he visto en ellos y es lo que me ha salvado, es lo que me ha dado la lección más grande de vida. Todo esta en manos de Dios y nos toca aceptar lo que venga, no con resignación sumisa, sino como el que se sabe en manos de quien le ama y no teme.
Lo escribo y me estremezco porque estoy viendo a este pueblo con los ojos cerrados y los brazos alzados cantando, rezando... suplicando, pidiendo perdón, pero sobre todo -impresionante- dando gracias. Al principio, tras el terremoto, cuando les oía cantar "Gracias Señor" algo dentro de mi se rebelaba. Ahora creo que entiendo. Quizás es como si fueran capaces de ver mas allá... solo Dios sabe, Dios es más grande, Dios les ama y detrás de todo eso o debajo de los escombros quizás encuentren nueva vida. He necesitado todos estos meses para reconciliarme con mis propios sentimientos de rebeldía, de dolor, de impotencia. Este pueblo es tan sencillamente humano que creo que me estaba costando descubrir al Dios tan humano... creo que lo estaba buscando arriba y está abajo, más abajo imposible, en los escombros.
Se acerca el 12 de enero y cada vez que lo nombro y lo recuerdo se me caen las lágrimas. Tiembla mi suelo y tengo ganas de arrodillarme, cubrirme la cabeza con las manos, como aquella tarde... y dejar que pase el dolor.
Me sigo preguntando por qué todos los lugares por los que pasé durante ese 12 de enero se cayeron y solo mi casa, a la que acababa de llegar, solo se agrietó y me salvó la vida. Y varias personas amigas con las que estuve ese día perdieron la vida bajo el hormigón y yo no. Estuve en la Iglesia por la mañana y se derrumbó la Iglesia; estuve en el ministerio de educación y se derrumbó; estuve en la Minustah (ONU) de Burdon una hora antes del terremoto y este también cayó y mato a la persona con la que estuve hablando durante una hora, aparte de otras muchas. Como quizás os podáis imaginar no dejo de preguntarme por qué?, por qué yo no? Por qué todo se cayó tras de mi?
Es que no fueron siquiera una centena de muertos... es que fueron 300.000. Es que fueron casi 500.000 heridos, es que fueron un millón y medio de personas que perdieron la casa...!!!
Se acerca el 12 de enero y el corazón de la gente está aún muy tierno pero muy fuerte a la vez. Se llora pero se lucha por la vida. No se olvida pero se sigue caminando. Se sonríe... pero el corazón esta roto.
Estamos heridos, si, pero no abatidos.
Muchas desgracias han venido juntas y se que todos os estremecéis cuando oís hablar de Haiti. Pero sabed que "cuando soy débil entonces soy fuerte. Mi fuerza se manifiesta en la debilidad". Si en algún lugar podéis comprender estas palabras, es en Haiti.
Creo que entiendo que en las desgracias, Dios vierte su Gracia y da más de lo que quita, y abre ventanas mejores que las puertas que cerró. Y cosas así son las que empiezo a pensar y creer. No porque veamos que el país progresa o que se va mejorando: Realmente aún no se ve demasiado. Lo que veo más que los efectos del terremoto, de la epidemia, de los ciclones, de los disturbios... es en el corazón de la gente: Sus profundas reflexiones, sus conductas, reacciones y respuestas y ahí es donde veo la Gracia de Dios cayendo a chorros.
El 12 de enero, a las 4'53 de la tarde, hora en que la tierra tembló en Haiti, todas las Iglesias celebrarán una Eucaristía por los que se fueron y por los que nos quedamos, por los que aún están bajo tiendas y los que aún no han levantado cabeza porque lo perdieron todo, por la curación de los enfermos del cólera y la de nuestro corazón, por nuestro futuro y nuestro progreso...
Será muy emocionante y lloraremos a lágrima viva, pero ese es el camino de nuestro crecimiento y nuestra curación.
Os pido que os acordéis de Haiti ese día y llevéis en el corazón al pueblo Haitiano en busca de su liberación.
Gracias por vuestra compañía y apoyo.
Un abrazo fuerte con mis mejores deseos para el 2011.

Isa Solá rjm

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